Medios: De opositores implacables a irresponsables peligrosos

Apuestas por cifras de enfermos y muertos: el periodismo quinielero.
Los medios opositores se ven forzados a abandonar el combate al Gobierno, las manipulaciones para anunciar tormentas políticas trágicas y, sin olvidar la diatriba constante contra Cristina Kirchner, ven en Alberto Fernández la primera señal de su “liderazgo”. Fuera de lo partidario, se lanzan a la danza macabra de posibles muertes y enfermos, sin ninguna rigurosidad ni fuente específica, desentendidos de toda responsabilidad social.

Hugo Muleiro en La 99.3 el 23 de marzo de 2020

En este espacio, COMUNA no reproducirá las cifras que son lanzadas como un juego de quiniela, incluso por el jefe de redacción de Clarín, Kirschbaum, quien suele escribir notas de exaltación del “periodismo” que atribuye a su diario y a sus aliados y satélites. Liotti en La Nación, Nicolás Wiñazki y Van der Kooy en el mismo diario, apuestan con multiplicaciones, progresiones de dos, tres, cuatro, cinco ceros. Se diferencia Morales Solá de La Nación, que elude expresamente esta práctica detestable en la nota del domingo 22.3.

En el plano más político, hay en cambio un coro afinado entre varios redactores: parece que todos tienen ante sí la misma partitura, la del surgimiento (por primera vez, dicen algunos) de la autoridad y liderazgo del Presidente, puesta en clave de un desplazamiento de Cristina Kirchner, objeto de las diatribas e insultos mal disimulados que se repiten en estos espacios desde hace más de una década.

Abonado a esta fórmula Morales Solá, incluso en el título, “Un liderazgo peronista sin Cristina”, algo así como el sueño del pibe del sistema de medios en el que Clarín y La Nación mandonean. Los resultados de la gestión de la crisis por el coronavirus, dice, “construirán un nuevo líder”, hipótesis que es totalmente admisible pero que él mismo contamina al ponerla bajo el objetivo de aniquilar a Cristina Kirchner. Entonces le entra a las figuras de “delegación del poder” y arrastra al lector a Perón-Cámpora. Como este no es un asunto fácil, para sentenciarlo en dos párrafos, el periodista con pompas de pensador viene a revelarnos que Cristina no es Perón y que Fernández no es Cámpora. ¡Es que nadie lo sabía!

Tras la aberrante irresponsabilidad de publicar proyecciones funerarias, Kirschbaum se aboca a cálculos económicos. Habla de un país con diez años en recesión, en lo que desmiente al elogiado INDEC de Todesca, y después se dedica a la renegociación de la deuda, casi el único tema con cierta presencia en estos medios después de la pandemia. Lanza una hipótesis sobre la oferta que hará el ministro Guzmán en próximos días y al final, siguiendo órdenes superiores, va también con la figura del Presidente que intenta “afirmar su liderazgo”. Idéntico a lo publicado por Tenembaum en Infobae.

Por varias semanas todos los columnistas de estos medios abocados al tema de la deuda habían recitado advertencias, amenazas y pronósticos agoreros si Guzmán consuma una propuesta “hostil” a los acreedores privados. Copiaron y pegaron, reiteradamente, la afirmación sobre que los acreedores extranjeros que estuvieron con el ministro se fueron decepcionados, preocupados, alterados, enojados, consternados.

Tal vez por ello no fue título en lugar importante y quedó relegado a últimos párrafos, perdidos, el diagnóstico técnico del FMI que le advierte al mundo que Argentina necesita un “alivio” de hasta 85 mil millones de dólares. Es que la línea editorial compacta es que Guzmán se viene con una propuesta “hostil”, palabreja usada como estilete político, aunque es propia de ciertas cuevas de transacción económica. El ministro no sigue una “negociación amigable”, tipeó Bonelli en Clarín.

Y en el mismo diario, Bazzan había incluido el martes la voz de “analistas”, sin nombre ni apellido, como es ya costumbre, que “sugieren hacer ofertas un poco menos agresivas”. El informe técnico del FMI choca de frente contra ese reclamo editorial, y por eso no trepó nunca a los títulos principales que el organismo internacional suele obtener.

Pero manda, como es lógico, el tema del coronavirus. Así como con el alzamiento popular que comenzó en octubre en Chile contra el gobierno del empresario ultraderechista Sebastián Piñera, cuando no hubo enfoques que aceptaran el fracaso del modelo ultraliberal tan publicitado en el mundo, la tragedia que vive Italia les crea a los redactores un problema de solución difícil: cómo interpretar la escalada de la enfermedad sin discutir el modelo económico, la privatización de la salud, el retiro negligente del Estado. Algañaraz, por Clarín, y Piqué, por La Nación, hacen mil malabares para escaparle a este monstruo. Así, se deslizan entre “errores de procedimiento” y hasta el factor de la “mala suerte” del gobierno derechista italiano, si bien Piqué hizo un esfuerzo y menciona el domingo que los jóvenes se quedan en las viviendas de la familia por la falta de perspectivas económicas para independizarse.

Hubo también voces en coro para saludar que Fernández se haya rodeado de opositores para los anuncios de las medidas de emergencia. Frases grandilocuentes como “la hora de la grandeza”, la oportunidad para saltar a una madurez política de la que el país supuestamente carece (una coartada para repudiar los debates profundos que todo país precisa para desarrollarse), la ocasión de la “unidad nacional”. Pero, en todos los casos, es una superación histórica que demanda expulsar de la faz de la Tierra al kirchnerismo.

En esta tan particular forma de “grandeza” se anotan Morales Solá, Sirvén, Olivera, de La Nación, y Miguel Wiñazki, Roa y González, de Clarín, entre otros.

Semana a semana el periodista y escritor Hugo Muleiro repasa con detenimiento las columnas de opinión y análisis de los principales medios gráficos de mayor alcance nacional en tanto hegemónicos. Sus columnas se publican en Comunicadores de la Argentina (OPERETAS. www.comunanet.com.ar)

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