Aeroparque lleva su nombre: Jorge Newbery
Por Eduardo Parise.
Seguramente cualquier persona que llegó a Buenos Aires en avión desde el interior del país aterrizó en el Aeropuerto Jorge Newbery, esa moderna estación aérea pegada al Río de la Plata, en la zona noreste de la capital. Y lo más probable es que la mayoría sepa porqué la aeroestación lleva ese nombre. Es que se trata de un pionero de la aviación argentina. Pero ese hombre es un personaje que es mucho más que un aeronauta. Es aquél al que la gente nombraba como “señor coraje” aunque en 1875 sus padres, Ralph Newbery (un odontólogo estadounidense) y la distinguida dama criolla Dolores Malargie, lo inscribieron como Jorge Alejandro Newbery.
Para la ciudad, el ingeniero Jorge Newbery es el nombre del aeropuerto o de una larga calle que arranca en Palermo, cruza colegiales y llega hasta Chacarita. Pero el hombre es también un reconocido deportista, un importante funcionario público y una figura de la ciencia. Y como si eso fuera poco, por su espíritu aventurero, también fue el primer ídolo que tuvieron los argentinos.
Jorge Newbery nació el 27 de mayo de 1875 en el centro de Buenos Aires. Al terminar sus estudios secundarios viajó a Estados Unidos y allí se recibió de ingeniero electricista. En ese tiempo fue alumno de Thomas Alva Edison, figura icónica en el mundo de la ciencia. Además, en su estadía, aprovechó para formarse como deportista: boxeo, lucha grecoromana, remo, natación, equitación, tiro, esgrima, rugby, polo y hasta automovilismo, fueron las disciplinas que lo contaron entre sus fanáticos.
Al volver al país, con 22 años de edad, empezó a trabajar en la compañía luz y tracción del plata. Dos años después se unió a la armada argentina con el grado de capitán de fragata por su condición de ingeniero. Al empezar el siglo XX dejó la armada y asumió como director general de instalaciones eléctricas, mecánicas y de alumbrado de la municipalidad de Buenos Aires, cargo que mantuvo hasta su muerte. Y en 1904 fue profesor de electrotecnia de la famosa Escuela Industrial de la Nación, conocida luego como escuela Otto Krause.
Pero a Newbery no sólo le atraían las cosas terrenales. También le llamaba la atención el incipiente desarrollo que empezaba a tener la aviación en el mundo. Y aquello se motorizó más después de haber conocido al aeronauta brasileño Alberto Santos Dumont. Entonces decidió dedicarse de lleno al tema. Su primera hazana la consumó el 25 de diciembre de 1907 cuando, acompañado por Aarón de Anchorena y tripulando un globo aerostático llamado pampero, cruzó el Río de la Plata. Al volver a Buenos Aires, una multitud lo recibió coreando su nombre y lanzando sombreros al aire en señal de celebración.
Tras su proeza, Newbery fundó el Aero Club Argentino que tuvo su primera sede en la zona del barrio de Belgrano y la Escuela de Aviación Militar , la primera fuerza aérea de ese tipo en la región. También admiraba las proezas que hacían en su aeronaves el peruano Jorge Chávez y el mexicano Alberto Braniff. Así empezó a batir récords nacionales e internacionales volando en globos y aviones.
En 1913 le otorgaron el Brevet de piloto militar que se sumó al de piloto civil que tenía desde 1910. Además de la alegrías, aquella pasión por los vuelos también le traería algunas tristezas. Además de la muerte de su hermano Eduardo, quien falleció tripulando un globo aerostático llamado Pampero, sufrió la separación de su pareja, Sara Escalante, con quien se había casado en 1908 y habían tenido un hijo llamado Jorge Wenceslao. El chico murió siendo un niño al caerse del caballo que montaba. Sara le planteó que eligiera entre esa vida de aventurero o ella y él no dudó en seguir volando.
Con esas aventuras lograba cada vez más popularidad. Por ejemplo, con su globo bautizado Huracán batió el récord sudamericano en tiempo y distancia uniendo Argentina, Uruguay y Brasil (550 kilómetros) en 13 horas. Y eso generó que las autoridades del Club Huracán de Parque Patricios le pidió utilizar la imagen del globo como insignia. Newbery aceptó pero pidió que el club honrara esa figura. Con la imagen del globo grabada en su camiseta Huracán consiguió tres ascensos consecutivos (primero a tercera división, después a segunda y finalmente a primera) cruzando tres países como había hecho Newbery con su globo.
Para entonces su fama crecía más que la de muchos de los reconocidos jugadores de fútbol. Cada despegue y aterrizaje suyo era celebrado por multitudes. Y así Jorge Newbery, el dandy, el gran seductor reconocido en exclusivos clubes privados y los salones lujosos, se consagraba como ídolo popular. Además eran famosos los duelos en los que participó. El más conocido es el que mantuvo en 1911 y a espada con Alejandro Hoch. El incidente que provocó el duelo fue porque en un encuentro en el tigre hotel Hoch quiso arrojarle champagne a Newbery y terminó empapando a Sara Escalante que era entonces la novia del aviador.
Su figura fue tan legendaria que existen muchos tangos compuestos en su honor: “A la memoria de Jorge Newbery”, compuesto por Gardel/Razzano en 1915; “Paso de los andes”, de José Gómez; “Prendete al aeroplano”, de José Ezcurra; “Newbery”, de Luciano Ríos; “De pura cepa”, de Roberto Firpo; “Jorge Newbery”, de Aquiles Domingo Barbieri; “Muy del aeroplano”, de Alfredo Eusebio Gobbi y “Un recuerdo a newbery”, de José Severino. También existe un vals titulado “Tu sueño”, compuesto por Eduardo Arolas, el tango “El pampero”, de José de Caro y sin nombrarlo se lo menciona en “Corrientes y Esmeralda”, de Celedonio Flores, cuando dice: “amainaron guapos junto a tus ochavas cuando un cajetilla los calzó de cross”. El cajetilla era Newbery.
Además existe una película titulada “Más allá del sol”, escuelas que llevan su nombre, calles que lo recuerdan en todo el país y hasta algún monumento. Y por supuesto el Instituto Nacional Newberiano creado en 1975 cuya misión es investigar y difundir el conocimiento de la historia aeronaútica y espacial argentina.
Jorge Alejandro Newbery murió como vivió: se mató en medio de una exhibición aeronáutica en la zona de los Tamarindos, provincia de Mendoza, el 1 de marzo de 1914. Por su condición de ídolo su entierro fue un hecho multitudinario y hasta se suspendieron los festejos del carnaval en señal de duelo. La exhibición que le costó la vida fue en los días previos cuando se preparaba para una nueva hazaña: cruzar la Cordillera de los Andes superando las altas montañas que nos separan de Chile. Tenía apenas 38 años.
Eduardo Parise es periodista. Nació en Buenos Aires en 1952 y estudió Periodismo en el Instituto Grafotécnico – Escuela Superior de Perodismo entre 1970 y 1971. En 1972 trabajó como redactor en el diario Río Negro, en General Roca. Después estuvo en distintas publicaciones nacionales entre ellas los diarios La Razón (en Buenos Aires, tanto en su edición matutina como vespertina; primero como redactor y luego como editor), Clarín (editor del área de Policiales, tanto en su versión impresa como digital) y El Libertador (en Posadas, Misiones). Desde septiembre de 2010 hasta diciembre de 2016 fue redactor de una columna titulada “Secreta Buenos Aires” que se publicó cada lunes en Clarín. También fue redactor o colaborador de revistas de las editoriales Abril, Perfil, Atlántida y del Semanario El Ciudadano. Y fue redactor del servicio nacional e internacional de la agencia Télam. En radio condujo el programa “Isla de Tango” en la FM La Isla, de Buenos Aires y desde 2009 a la fecha es conductor del programa “Tres Siglos” en la FM 92.7 La 2×4. También, desde marzo de 2021, produce y conduce “Tangos de allá ité”, en la FM 99.3 La Voz Capital, de la ciudad de Posadas, Misiones. En sus actividades estuvo acreditado en distintos momentos en Casa de Gobierno, Tribunales y Congreso Nacional. Además cubrió las campañas presidenciales de 1983 y 1989, viajando por todo el país.