Triquiñuelas

Por Carlos Resio.

Como suele suceder con los misioneros nuevos, como es mi caso y el de Beto, nos seguimos encontrando con particularidades y datos curiosos, a veces sorprendentes, en esta provincia de particularidades, datos curiosos a veces sorprendentes que, por al menos a mí, me resultan muy interesantes. Este es el caso del nombre de una calle del barrio Villa Blosset por el que Beto mostró sorpresa el viernes cuando Mariquita mencionaba las calles que limitaban el área donde se desarrollaría la estudiantina y que estarían cerradas al tránsito. Estoy hablando de la calle Triquiñuelas. Conocí el nombre de la calle en ocasión de perderme en las calles del barrio debido a que soy un poco despistado pero también porque las calles de Villa Blosset, por sus particularidades constitutivas, no respetan estrictamente el damero que rige en gran parte de Posadas. También me resultó curioso el nombre y desde entonces estoy buscando la razón de haber sido llamada de esta manera sin encontrarla hasta ahora.

Carlos Resio en La 99.3 el 27 de septiembre de 2023

Pero la palabra triquiñuelas tiene su origen en el término del latín vulgar “triccare” (comportarse de manera evasiva) por lo que arriesgo como respuesta que la calle fue llamada así debido a que pueda haber sido un desvío o un atajo para unir dos puntos del barrio teniendo en cuenta que es una calle corta que une dos calles que son continuación de calles que vienen del centro.

Pero la palabra se usa para referirse a aquella artimaña o astucia que se realiza para conseguir algún propósito para   tiene primas como la del inglés “trick” (truco, engaño), trickery (misma aplicación que nuestra palabra) y esta derivada del francés “trichery”. (del blog de Alfred López “ya está el listo que todo lo sabe”). Esta última acepción es la que me llevó a la reflexión de hoy.

Vivimos en una sociedad en que las triquiñuelas están presentes en todos los aspectos de su vida pasada, presente y ojalá menos en la futura. La viveza criolla es en muchos casos el rasgo que nos define y la verdad es que no deberíamos sentirnos muy satisfechos con esta caracterización. En la vuelta del Martín Fierro, de José Hernández, el protagonista, ya algo domesticado, envía a sus hijos a los cuatro vientos y el segundo se topa con el Viejo Viscacha quien lo instruye en triquiñuelas con sus famosos consejos. Esto no es más que la descripción de usos comunes en la sociedad argentina del tercer tercio del siglo XIX aunque sabemos que este pícaro tiene antecedentes en la España del siglo de oro y que fueron tan bien descriptos por Cervantes Saavedra en sus Novelas Ejemplares, en la anónima el Lazarillo de Tormes y la vida del pícaro Guzmán de Alzabache (, todas estas novelas pobladas de personajes especializados en triquiñuelas, engaños y avivadas que seguramente viajaron a nuestros pagos en épocas de la conquista y la colonia cuando estaba tan mal visto trabajar para ganarse la vida.

Pero estas conductas de pícaros y aprovechadores no son solo atribuidas a personajes del bajo fondo y los marginales de la época sino que también permeaban en las clases de élite que a otra escala aplicaban estos métodos para lograr sus riquezas. Es así como la triquiñuela atraviesa todas las clases sociales. Las clases dominantes de nuestro país, las que fundaron “la Argentina moderna” muchas veces hicieron las enormes fortunas que fueron la base de su poder político y de ellos y sus familias a través de groseras triquiñuelas. Osvaldo Bayer cuenta que Sarmiento ideó una frase para describir las trampas de Julio Argetino Roca y su familia que decía “el presidente Roca hace negocios y su hermano “ataliva””. Se refería a Julio Argentino y su hermano Ataliva Roca, derivando de esta frase el neologismo “atalivar” también inventado en esa época para nombrar el robo de las clases dominantes enquistadas en los gobiernos de fines del XIX y principios del XX. Recordemos también el acuerdo Roca-Runciman ya entrada la década infame. Mientras tanto también había miembros de las clases populares que se la rebuscaban con triquiñuelas para salir de la miseria imperante y de clases más acomodadas para hacer mas mullido su acomodo,como lo describió tan bien Enrique Santos Discépolo en Cambalache, “que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafa´os”.

No hace falta seguir hilando esta descripción que llega hasta nuestros días y que está tan arraigada e nuestra cultura a tal punto que quienes se forran de guita con negocios siempre basados en privilegios, o surgidos de la teta del estado, señalan al pobrerío que aprovecha pequeñas ventajas circunstanciales en medio de tanta circunstancia desfavorable y también las clases populares que señalan el latrocinio de arriba o la delincuencia canónica sin tener en cuenta sus pequeños actos de evasión, contrabando, coimas y “beneficiosas omisiones”. Mientras tanto todos acusamos a todos y cada uno en su medida sigue sin detectar la viga en su propio ojo. Así las cosas muchas conductas fueron naturalizándose y se condenan solo si salen a la superficie de la opinión pública y que por algún motivo, que no es el de corregirlas, conviene destacar. También es efecto de este acostumbramiento el pensar que todos son iguales y entran en la misma bolsa quienes a partir de una recta moral no ingresan en las categorías que vengo enumerando y que, según esta opinión, todos somos iguales no hay motivo para cambiar. No vaya a ser que como en el cuento del visitante honesto que llega al próspero pueblo donde todos son ladrones se nos expulse por ser la causa de la desigualdad.

Entre otras cosas una los aspectos aceptados como natural son las prácticas para el fondeo de la política, que no es patrimonio solo argentino. Y mientras los partidos que representan a las clases dominantes se financian con dinero obtenido de forma opaca como el caso de la obra pública, la concesión de negocios a empresas aportantes y prebendas de todo tipo, muchas veces los que representan a las clases populares lo hacen de manejos, no muy transparentes o con escasos controles, de dineros públicos asignados a la asistencia o de desvíos de presupuestos ministeriales. Pero a pesar de que los primeros suelen ser cuantiosamente mayores casi siempre los señalados como condenables son los segundos lo que sirve a la derecha para inocular el odio a las clases populares y sus representaciones en la clases medias, generalmente ocupadas en lo suyo, y en sectores de las propias clases populares que no ven posibilidades ciertas de progreso que las saque de la larga precariedad y confían en que las élites eliminarán las corruptelas en su beneficio.

Empresarios, clases dominantes y negocios cuantiosos. Ciudadanos comunes con cierto desdén por las leyes que aceptan algún nivel de ilegalidad con tal de sacar algún provecho y desquitarse. La convivencia se ve afectada porque estos desvíos afectan las posibilidades de que la democracia se perfeccione y es que estas conductas propician que se oculten los mal funcionamientos y las fallas de los mecanismos que sirven a la sociedad en su conjunto generando ineficiencias que se van acumulando y que las más de las veces son fuente de injusticias.

Este permanente descenso de la calidad institucional y social también genera el hartazgo y la frustración que propicia la llegada de “falsos profetas” con soluciones mágicas instalando que todos son lo mismo y que no hay en el sistema político la reserva para que en el aprendizaje de la práctica democrática genere las herramientas para la urgente mejora.

Creo que es otra de las tareas que debe darse la sociedad en el sentido de la mejora permanente de la práctica democrática para recuperar su significado que hoy está recibiendo violentos ataques de quienes dicen respetarla pero solo pretenden ocupar cargos dentro de su seno para destruirla desde adentro. ¿Cuáles son los rasgos democráticos de Miley y Bullrich? Solo el hecho de que utilizarían uno de los mecanismos democrático para acceder al poder. Pero quienes hemos leído algo de la historia universal podemos identificar en esta época hechos que ya sucedieron en el pasado y en otros países antes de que accedieran al poder tiranos, dictadores y asesinos.

El adormecimiento ético de las sociedades, como dijimos, es caldo de cultivo para malas cosas y es indispensable que las leyes tengan un correlato de aplicabilidad, seguimiento y cumplimiento. Seguro daño se les hace a los beneficiarios de las leyes cuando estas caen en desprestigio por no haberse implementado los mecanismos para un eficaz cumplimiento y un país en el que sus leyes son despreciadas es carne de déspotas y farsantes. Así como es necesario que la formación ciudadana instruya y concientice en lo que refiere a valores de soberanía, solidaridad y participación, también debe hacerlo en la valoración de las normas de convivencia y al celo por conservarlas y hacerlas cumplir.

Por todo esto es que deberíamos formarnos en una actitud crítica, primero con nosotros mismos, para luego exigirlo poder exigir cumplimientos. Pienso en algunos episodios poco claro de militantes accediendo a cajeros automáticos con decenas de tarjetas de débito relacionadas con el pago de asignaciones sociales o para el pago de sueldo de cargos políticos como nos hemos enterado últimamente por ejemplo. Estoy convencido de que de esta forma se pueden transparentarlos procesos de funcionamiento democrático y si esta actitud es mantenida por una cantidad suficiente de compatriotas, no como una cruzada moralizante sino como una búsqueda de mejora, podremos ver más claramente las ventajas que se presentan al optar por una razonable rectitud cívica y no por la triquiñuela que nos acerca a veces al infantilismo eterno. Es un proceso arduo que debe ser sostenido en el tiempo.

Carlos Resio

Para analizar, reflexionar y debatir el ideario del Manifiesto Argentino, Carlos Resio, integrante de la Mesa Ejecutiva de la organización que conduce Mempo Giardinelli, comparte propuestas de la agenda pública en su columna semanal de cada miércoles, a las 7,30 en el programa Contala como quieras, en La 99.3

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