viernes, septiembre 13, 2024
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Una de las preguntas

Por Carlos Resio.

Cora y Andrea Gamarnik son dos investigadoras, egresadas de la universidad pública, laica y gratuita, muy comprometidas con la ciencia nacional y su desarrollo autónomo con respecto a los intereses foráneos. Además no tienen miedo de expresarse en ese sentido con lo que, por supuesto, se granjean ataques de todo tipo en las redes como viene sucediendo con quienes se animan a asomar la cabeza desde el campo nacional y popular. Cora es comunicadora, escritora y foto reportera; Andrea es viróloga, y ambas gozan de gran reconocimiento social y científico nacional e internacional. No solo esto me interesa de ambas sino sus expresiones lúcidas y agudas sobre la realidad nacional que habitualmente leo en sus redes sociales porque me ayudan a pensar sobre los temas que me interesan.

Carlos Resio en La 99.3 el 19 de abril de 2024

En un tweet, el miércoles pasado, Cora hace esta pregunta y su consideración que cito textualmente:

“¿Cómo nos gustaría vivir? Cuanto todo esto pase… (y pasará) tenemos que poder responder eso”

Me parece que además de atender la coyuntura, contener a los que lo necesitan y sumarnos a la resistencia contra esta derecha arrasadora, y claro que debemos hacerlo, la pregunta y la consiguiente aseveración son no solo imprescindibles sino urgentes.

El contexto nacional en el que deberíamos, de una vez por toda, dilucidar esta cuestión es particularmente difícil pero, creo yo, lleno de oportunidades. Porque el estado de situación en todos los ámbitos de organización de nuestra sociedad es de desastre. Este desastre, ocasionado por el gobierno de Javier Milei y su banda de ladrones e irresponsables, también deja ver las costuras mal atadas con que se sostenía toda la estructura nacional, aún la construida por los doce años de gobierno kirchnerista que fueron, estoy convencido, los mejores años de nuestra patria desde el retorno de la democracia. Doce años no son poca cosa en cuarenta y así como bastaron para hacernos ilusionar, también tuvimos antes y después gobiernos negativamente gravitantes que hacen que el balance sea decepcionante.

La historia pendular de la realidad política y socioeconómica de Argentina después de la dictadura de los 70s nos tiene en una especie de estancamiento en el que pareciera estamos inmersos y que los poderes fácticos, sobre todo los de EEUU y los ahora más poderosos corporativo y financiero, en sociedad con factores cipayos de nuestra elite tratan de hundirnos. Y esto no es nuevo, antes fue un imperio, después fue otro y ahora es éste pero las élites locales siempre las mismas.

El mecanismo es volvernos siempre a foja cero en cuanto a las aspiraciones de desarrollo autónomo y soberano e invisibilizar o transfigurar la memoria histórica cuando no eliminarla. Y si bien los gobiernos populares han dado pasos concretos y en muchos casos de efectos duraderos poniendo a la Argentina en la vanguardia latinoamericana pero también en muchos casos a nivel mundial, la derecha antinacional se las ha arreglado en sus sucesivos gobiernos para desarticular los logros y debilitar las estructuras que están arraigadas en la conciencia popular.

Esto ha sido posible, creo yo, gracias al debilitamiento de esa conciencia que a través de una paciente acción cultural, educativa, de pinza económica y muchas veces militar, han impuesto las potencias imperiales permeando en las capas medias y altas de la sociedad en las clases populares. La guerra cultural muestra una notoria desigualdad de fuerzas en todas las batallas y solamente la derecha ha demostrado cierto retroceso cuando las condiciones globales la obligaron a distraer su mirada de nuestros países. Durante el peronismo en el siglo veinte quizá ocupados en la reconstrucción de Europa y el reacomodamiento colonial de sus países en el que EEUU forjó su hegemonía y durante el kirchnerismo después del retroceso de las crisis de las deudas y as crisis de medio oriente. Pero aquí están de nuevo y esta vez con nuevas y más eficientes herramientas y con métodos no tan nuevos, los violentos, de los que ya hemos hablado en esta columna.

Pero el elemento popular de la historia y la tradición de lucha política y social de la Argentina dan el sustento para que las bases para la resistencia y el resurgimiento sean muy difíciles de destruir generando nuevos actores con cada generación que retoman las banderas caídas y las vuelven a levantar con porfía admirables.

Y éste es el fenómeno que atrae al filósofo y tecnólogo Eric Sadin que en estos días visita nuestro país para tratar de encontrar las claves del fenómeno Miley y lo que él denomina la admirable resiliencia argentina. No es novedoso que nuevos pensadores estén tratando de desenmarañar los nuevos comportamientos humanos en este siglo, también son muy nombrados ByunChul Han y  ZlavojZizek, pero Sadin me resulta especialmente interesante porque se mete de lleno con la relación de las sociedades con las nuevas tecnologías y advierte sobre los cambios definitivos que esta relación puede traer a la humanidad. Sus libros La era del individuo tirano y la Siliconización del mundo así como sus numerosos artículos y conferencias son una clara advertencia respecto a las implicancias de las nuevas tecnologías en las sociedades y su futuro, advertencias que vienen a contramano con la fascinación que producen las redes, la robótica y la IA sobre las cuales muchas veces sus propios creadores señalan peligros inminentes. Antes que él ya nos lo habían advertido otros visionarios como Aldous Huxley en su libro Un mundo feliz.

Es este el contexto en el que tenemos que pensar la respuesta a la pregunta con la que abrí esta columna. ¿Cómo queremos vivir cuando todo esto pase? Y a pesar de que nos soy tan optimista como Cora adhiero a la idea de ponernos a trabajar en ese sentido, no vaya a ser que esto también pase y hayamos perdido la oportunidad.

¿Y por qué digo que tenemos una oportunidad? Lo digo porque me parece ver que hemos acumulado, en estos 40 años una buena cantidad de experiencia y que, aunque maltrechas, hay estructuras que aún pueden dar soporte a los anhelos nacionales y populares si sabemos apropiarnos de las nuevas herramientas y potencialidades que se presentan. Pero también, y es imprescindible, creo que deberemos encarar esta tarea con total convicción y con la autoridad de haber experimentado la intención de las derechas de terminar con todo lo construido y también con sus efectores. Lo de los gobiernos de Menem, Macri y Miley ha ido en un crescendo decidido a exterminar la experiencia nacional y popular para secar sus raíces y tirar sal en la tierra donde nuevamente pueda brotar y si es necesario desmembrarán nuestro país para entregarlo quien sabe a qué nuevas formas de poder. Eric Sadin en un reportaje concedido a Página 12 advierte que muchos Javier Milei aparecerán en distintas partes del mundo, lo que se suma a la repetida advertencia acerca de la muerte de la democracia como sistema de gobierno. Nuestro pretendido presidente no puede ni siquiera decir que cree en ella.

No sé cuáles sean los mecanismos para que el deseo nacional y popular se lleve a cabo en Argentina y nuestros países pero seguramente no será un camino que podremos transitar solos. La unidad latinoamericana y también de otros países que expresan realidades similares será la única forma con la que podremos enfrentar las apetencias por nuestros bienes naturales y enclaves estratégicos. Sabemos que quienes representan el nuevo poder neocolonial abominan de tal unión. Miley declinó el ingreso a los BRICS y llevó el alineamiento con EEUU al paroxismo pidiendo la incorporación de la Argentina a la OTAN.

Deberemos entonces ordenar y profundizar la discusión para respondernos la pregunta sobre qué país queremos para nuestro futuro. Y mientras radicalizamos la resistencia también incluyamos la polémica.

El 23 de abril se realizará la marcha nacional en defensa a la Universidad Pública y es ocasión inmejorable para revisar el sistema universitario argentino y preguntarnos si la universidad actual sirve a los propósitos nacionales y populares o en muchos casos es, como se intuye, una formadora de CEOS para multinacionales o profesionales individualistas que una vez egresados gracias al esfuerzo del pueblo que paga sus estudios se olvidan de su origen y le dan la espalda a la idea de que la universidad es en primera medida un recurso para engrandecer al país  en tanto conjunto, comunidad organizada, en este gobierno hay notables egresados de la universidad pública argentina. ¿Podemos seguir aceptando las condiciones de precariedad en que trabajan muchos docentes que en algunos casos dan clases ad honorem? ¿Funcionan los mecanismos de autonomía y democracia interna? ¿Cuál es el grado de compromiso de directivos, docentes, no docentes y estudiantes con la función social de las universidades públicas? Algunas preguntas, a modo de ejemplo, que debemos hacernos seamos o no parte de la comunidad universitaria porque la Universidad pública es sostenida por todos los ciudadanos y quienes de ella egresan deben estar al servicio de todo el pueblo y no de las corporaciones.

Intuyo que hay una mayoría que, como Cora Gamarnik, tienen la inquietud de formular la pregunta ¿Cómo queremos vivir cuando esto termine? Asumamos la tarea y llevemos esa pregunta a todos los ámbitos por los que transitamos. Por de pronto, todes a la marcha en defensa de la Universidad Pública, que es un tesoro para el pueblo, y no solo de nuestro país, y a reforzar los espacios de discusión donde ésta y otras preguntas puedan ser abordadas para acercarnos a una repuesta y tenerla preparada cuando esta pesadilla se termine.

Carlos Resio

Para analizar, reflexionar y debatir el ideario del Manifiesto Argentino, Carlos Resio, integrante de la Mesa Ejecutiva de la organización que conduce Mempo Giardinelli, comparte propuestas de la agenda pública en su columna semanal de cada viernes, a las 9,30 en el programa Contala como quieras, en La 99.3

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