Por el Paraná…
Por Eduardo Parise.
Los que me conocen saben que mi música es el tango, que es la banda sonora de mi vida. Pero hace unos días me puse a escuchar otras cosas y me reencontré con algunas obras hermosas del gran Ramón Ayala…
“Ya se va por la barranca el viejo pescador / racimo de espuma y de metal / colgando del hombro el pan del agua que le dio / su amigo el río Paraná”
“Y me fui por la Bajada Vieja / donde un día conocí el amor / y crucé por sus calles de tierra / con el alma llena de ilusión / pero sólo me esperaba el río / acaríciandome el corazon”
Entonces me dije: esto también es la banda sonora de mi vida y de la vida de muchos que tienen al Paraná como parte de sus cosas de todos los días. Por eso el tema de la columna de hoy es el río Paraná.
Empecemos por el origen de su nombre. Hay distintas versiones pero tienen muchas similitudes. Algunos dicen que Paraná podría ser apócope de “rehe-onavá”, que en el idioma tupí significa algo así como “pariente del mar” o “agua que se mezcla con el mar”. Otros afirman que deriva de la lengua tupí-guaraní señalando que “pará” es mar, a lo que se suma “ná” (de aná, pariente o semejante) lo que vuelve a sugerir lo de “pariente del mar”. La tercera sugerencia lo define como “emparentado con el mar”, en alusión a que los nativos lo navegaron en toda su extensión y llegaron hasta el final de su recorrido geográfico.
Lo cierto es que este gran río que tiene una extensión de casi 2600 kilómetros no sólo es el límite natural entre Paraguay y la Argentina, sino que en su recorrido hacia el Río de la Plata separa a varias provincias: en su margen derecha están Chaco, Santa Fe y Buenos Aires, mientras que sobre la izquierda quedan Misiones, Corrientes y Entre Ríos.
A lo largo de la cuenca del Paraná viven millones de personas, repartidas en ciudades importantes. En esa lista, dentro del territorio argentino, figuran Posadas, Resistencia, Corrientes, Reconquista, Goya, Santa Fe, Paraná, Rosario, San Nicolás, Zárate, Campana y finalmente Buenos Aires, ya sobre el Río de la Plata.
En ese gran recorrido se calcula que el río Paraná moviliza un caudal promedio de 16.000 metros cúbicos de agua por segundo, lo que da dimensión de su tamaño. No en vano se lo considera el río más largo de América del Sur después del río Amazonas. Al Paraná se lo clasifica como río aluvial. Es decir: que en su caudal transporta sedimentos, tanto suspendidos en el agua como por arrastre. Eso provoca cambios constantes en su morfología. Esto también influye claramente en la formación de las islas que componen el Delta del río en su tramo cercano a la Ciudad de Buenos Aires y antes de desembocar en el Río de la Plata.
Digamos también que el Paraná es una de las reservas de agua dulce más importantes del mundo porque también está vinculado con el Acuífero Guaraní. Al desembocar en el Río de la Plata y considerando todos los brazos de su Delta, el caudal del Paraná tiene un promedio de 17.000 metros cúbicos por segundo, lo que permite compararlo con los de los ríos Missisipi (tiene 18.000 metros cúbicos por segundo) y el Ganges (16.000 metros cúbicos por segundo). Y hay que considerar que en toda su extensión el Paraná recibe el aporte de muchos ríos y arroyos.
En la historia este río fue muchas veces fuente de conflictos entre portugueses y españoles que en épocas virreinales se disputaron el control de la cuenca y el acceso al Río de la Plata. Además, en el Siglo XIX hubo disputas entre potencias europeas como Inglaterra y Francia por los intereses comerciales de cada una de ellas. Y eso siguió aún después, cuando ya habíamos declarado nuestra Independencia, cuando ellos se asociaron para imponer sus negocios por encima de nuestros intereses. Recordemos la Batalla de la Vuelta de Obligado en 1845.
Recordemos también que semejante caudal de agua provocó que esa fuerza fuera utilizada para generar energía eléctrica. Para eso se construyeron grandes represas. Alcanza con citar la de Yacyretá, que Argentina comparte con Paraguay. También hay otros proyectos en la zona del paraná Medio pero esas construcciones se consideran poco probables de realizar por el fuerte impacto ecológico que producirían.
Como se ve, el Paraná es algo importante y mucho más que un simple paisaje que está frente a nosotros. Y como corresponde a semejante pariente del mar, muchos poetas y músicos generaron composiciones que lo mencionan. Nombrar a todas esas obras conformaría una lista interminable. Por eso, como representación y para cerrar esta charla elegí una hermosa zamba grabada por Amalia de la Vega, una gran cantante nacida en Uruguay, a quien apodaban la calandria oriental. Los autores del tema son nada menos que Ariel RamÍrez y el poeta Jaime Dávalos.
Eduardo Parise es periodista. Nació en Buenos Aires en 1952 y estudió Periodismo en el Instituto Grafotécnico – Escuela Superior de Perodismo entre 1970 y 1971. En 1972 trabajó como redactor en el diario Río Negro, en General Roca. Después estuvo en distintas publicaciones nacionales entre ellas los diarios La Razón (en Buenos Aires, tanto en su edición matutina como vespertina; primero como redactor y luego como editor), Clarín (editor del área de Policiales, tanto en su versión impresa como digital) y El Libertador (en Posadas, Misiones). Desde septiembre de 2010 hasta diciembre de 2016 fue redactor de una columna titulada “Secreta Buenos Aires” que se publicó cada lunes en Clarín. También fue redactor o colaborador de revistas de las editoriales Abril, Perfil, Atlántida y del Semanario El Ciudadano. Y fue redactor del servicio nacional e internacional de la agencia Télam. En radio condujo el programa “Isla de Tango” en la FM La Isla, de Buenos Aires y desde 2009 a la fecha es conductor del programa “Tres Siglos” en la FM 92.7 La 2×4. También, desde marzo de 2021, produce y conduce “Tangos de allá ité”, en la FM 99.3 La Voz Capital, de la ciudad de Posadas, Misiones. En sus actividades estuvo acreditado en distintos momentos en Casa de Gobierno, Tribunales y Congreso Nacional. Además cubrió las campañas presidenciales de 1983 y 1989, viajando por todo el país.