jueves, octubre 31, 2024
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En el país de la carne y la leche, millones pasan hambre y son doblemente pobres.

En Argentina, los sectores más vulnerables: los niños y ancianos, son las principales victimas de la crisis por la que atraviesa el país.

(RT) Argentina es el tercer peor país del mundo en cuanto a competitividad, superando tan solo a Mongolia y Venezuela. Así se desprende de un informe de la escuela suiza de negocios IMD publicado esta semana que, entre otras cosas, destaca el débil crecimiento de la economía, la inflación, el sistema jubilatorio y las deficiencias en la infraestructura educativa de Argentina.

Y todos estos factores, empujan a la pobreza a las capas más vulnerables del país: niños y ancianos. Otro informe divulgado anteriormente por el Observatorio de la Deuda Social de la Pontificia Universidad Católica Argentina reveló que el 41,2 % de los menores entre 0 y 17 años es doblemente pobre. Es decir, que aproximadamente 4,7 millones de niños viven en hogares donde sus padres no tienen ingresos suficientes para vivir, y que a la vez, son privados de al menos un derecho; en categorías que van desde la alimentación y la salud hasta la vivienda y la educación.

«El 50 % de los niños argentinos son pobres en términos monetarios y el 63 % son pobres en términos del ejercicio de sus derechos», explica Ianina Tuñón, investigadora del Observatorio de la Deuda Social.

Los niños comparten sus raciones alimentarias con sus padres

La situación de los comedores escolares que alimentan a más de un tercio de la infancia en Argentina también está desbordada por la crisis. «Esta ayuda alimentaria no sabemos exactamente cuál es el impacto cualitativo que tiene. Porque muchos maestros cuentan que estos niños no necesariamente consumen la alimentación en los comedores, si no que muchos de ellos se llevan la comida en envases a su casa. Lo cual implica que muchas de las viandas que están pensadas para un niño hoy están siendo compartidas por familias», alertó Tuñón.

Si los menores son una de las caras más dolorosas de la pobreza, la otra son los ancianos. «El adulto mayor cuando no puede comprar los remedios o no puede comer no tiene retorno, porque no puede conseguir otro medio de vida. Si hoy por hoy los jóvenes no consiguen un medio de vida, con más razón un hombre mayor», comentó por su parte el presidente de la Confederación General de Jubilados, Retirados y Pensionados del país sudamericano, Carlos Valle.

Es el caso de Miguel Villeli, un jubilado de 75 años, quien junto a su esposa pensionada tiene que hacer malabares para comprar alimentos y pagar los servicios en una casa donde ni siquiera cuentan con alcantarillado. Además tramita una pensión por discapacidad porque ya no puede pagar los medicamentos que necesita para paliar una enfermedad respiratoria crónica.

Las contradicciones de un país productor de alimentos

«¡En el país de la carne, de la leche! Las vacas comen pasto, no comen oro. ¿Por qué aumentan todo como lo están aumentando? No lo entiendo. Vas a comprar y todos los días, aumenta y aumenta [el precio], con lo que se hace imposible poder comprarlo», lamenta Miguel.

Argentina produce alimentos para 400 millones de personas en el mundo, pero contradictoriamente en ese país unos 3,4 millones de sus ciudadanos comen solo una vez al día.

En octubre próximo Argentina celebrará las elecciones presidenciales, e independientemente de quién gane, será una nueva oportunidad para que esta vez la lucha real contra la pobreza se convierta en una política pública y deje de ser solamente un eslogan de campaña.

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