Un puente para unir a los divorciados del FDT

Mirta Botzman.

El primer día hábil después de un fin de semana largo con explosión de turismo el presidente Alberto Fernández junto a su ministro de economía Guzmán hicieron un anuncio para tratar de compensar en parte la brutal desigualdad producida a partir del macrismo, la pandemia y cuarentena, pero especialmente a la salida de la misma, cuando la economía creció el 10% y sólo un sector de los trabajadores fue beneficiado con ese crecimiento.

Efectivamente, los salarios quedaron demasiado retrasados, desde 2018 perdieron casi un cuarto de su poder adquisitivo y hay que decir que el poder de negociación de los trabajadores, salvo en unas pocas ramas, no alcanza para conseguir una recomposición y se da un fenómeno nuevo en la política argentina de estos últimos años y es el de trabajadores pobres. La participación de los asalariados en la economía, que había llegado a mas del 50% con Cristina Kirchner, cayó al 45% a finales del gobierno de Macri y hoy está en 42,7%, es decir, peor que con Macri.

Las buenas negociaciones de sindicalistas como Moyano de camioneros o Palazzo de bancarios permiten que la participación de los trabajadores no sea menor a ese 42,7. Los trabajadores de la industria manufacturera, que en épocas de Cristina se quedaban con el 48%, cayeron al 35% con Macri y derraparon al 28% con Alberto. Los trabajadores de la construcción se quedaban con el 40% con Cristina y hoy reciben el 35%. La pandemia concentró los ingresos dramáticamente. 

Para una recuperación salarial real resulta indispensable la intervención del Estado. A esto se le sumó la inflación más alta de los últimos 20 años explicada no sólo por la voracidad y especulación de los formadores de precios locales, sino también por un factor externo sobre el cual Argentina no puede influir, como es la guerra en Ucrania y que provocó una alarmante caída en el poder adquisitivo no sólo de los sectores precarizados, monotributistas y monotributistas sociales, jubilados y empleados domésticos. Apuntalar los ingresos es entonces la única alternativa viable para evitar un recrudecimiento de los números de pobreza e indigencia. Esta situación es una de las demostraciones de que no se verifica en la práctica la teoría del derrame sostenida por los gobiernos neoliberales, se requieren políticas activas por parte del Estado para evitar que enormes cantidades de ciudadanos caigan en la extrema pobreza, aún con crecimiento en el producto bruto nacional.

La iniciativa del gobierno que es buena para aliviar en parte la situación actual, claramente es insuficiente pensar que con $18.000 cobrados en dos meses y un bono extra de $12.000 para los jubilados que cobran hasta dos ingresos mínimos se logrará resolver la pobreza en el país, pero también es importante señalar que esta inyección de dinero permitirá evitar la recesión que se venía por la caída del consumo. Una vez más tenemos que reiterar que algo más del 70% del crecimiento de nuestro país se origina en el mercado interno y para ello la población tiene que tener capacidad de consumo. Claramente es imposible pensar crecimiento y desarrollo del país con casi la mitad de la población en situación de pobreza o indigencia, salvo que estemos dispuestos a pensar que nuestro país es viable con la mitad de la población excluida. Es por ello que es imperativo que se profundicen las políticas activas y que estos bonos no constituyan un episodio aislado y aún más una clara y enfática política antiinflacionaria que es la que más atenta contra la capacidad de consumo de los sectores más vulnerados de nuestra sociedad

Durante su intervención el ministro aclaró que todas las metas y pautas acordadas con el FMI fueron cumplidas, incluido el déficit fiscal aclarando incluso que fue menor que el acordado. Hoy, el fisco presenta una mejora de sus niveles de recaudación por el fruto de la recomposición de la actividad y los mejores precios internacionales de las exportaciones argentinas, que permiten recaudar más derechos de exportación. Esto permite callar a los que gritan que se está emitiendo para pagar estos bonos anunciados, no se pone en riesgo el cumplimiento de las metas con el FMI y además se puede implementar una política de redistribución del ingreso. Por lo tanto, es bueno no fanatizarse y sobre cumplir las metas.

El presidente aclaró que la distribución del ingreso que fue uno de sus compromisos de campaña no se alcanzó y llamativamente dijo que le iba a pedir a los empresarios que tuvieron ganancias extraordinarias por la guerra que contribuyan para minimizar la regresiva distribución del ingreso. Parece que él mismo asume que la autoridad presidencial esta algo devaluada que no se siente con fuerza para exigir ese aporte y hay que pedírselos por favor.

Vale la pena señalar que la propuesta de cobrar una alícuota mayor en el impuesto a las ganancias de aquellos que hayan obtenido más de 1000 millones de pesos de ganancias netas en relación a las obtenidas en 2021 no cayó del cielo, sino que es algo que se está discutiendo en todos los países que se vieron afectados por la inflación desatada a partir de la guerra. Es más, el FMIen su WorldEconomic Outlook (WEO) que es un documento que elabora previo a la reunión que realiza con el Banco Mundial y donde analiza el desenvolvimiento de la economía mundial y realiza los pronósticos de los países, respaldó la creación de un aumento de los impuestos sobre el «exceso» de las ganancias de las empresas, como está proponiendo el Gobierno argentino. En el marco de la reunión de primavera del hemisferio norte, del Fondo y el Banco Mundial, el organismo presentó también un documento en el que asegura que este instrumento puede ser utilizado en forma temporal para paliar situaciones de crisis y como medio de “reducir la carga de las finanzas públicas”, que es algo que le importa mucho al Fondo.

De hecho, añade el documento del FMI que las administraciones públicas podrían recuperar “algunas de las transferencias realizadas a empresas que no las necesitaban” durante lo peor de la pandemia de Covid-19. “Es una cuestión de justicia mediante redistribución de esfuerzos y costes después de dos años de sufrimientos mayoritarios y crecimientos minoritarios pero muy cuantiosos”, explica el mencionado documento.

Sin sacar los pies del plato del FMI, Guzmán venía trabajando sobre esa propuesta desde hace un tiempo, inclusive la adelantó en una entrevista realizada en C5N. El objetivo de este proyecto de ley, que deberá pasar por el Congreso, permitiría distribuir mejor la renta inesperada que tuvo el sector por la disparada de los precios internacionales, que abultó sus ganancias al retener el stock antes de sus ventas, y financiar mejoras sociales, como el bono que también se anunció este lunes. 

Cobrarle a los que están ganando extraordinariamente y generar un mecanismo de distribución con los que menos tienen es un puente que puede unir a los sectores más divorciados del FdeT. Junto al Proyecto presentado por los senadores del FdeT de cobrarle a los que fugaron dineros evadidos,constituyen lo que podrían ser dos caballitos de batalla importantes para el conjunto de las fuerzas de la coalición y dar nuevas energías a la militancia.

Una vez más, es muy probable que no estén disponibles los votos necesarios para aprobar este aumento de impuesto a las ganancias, pero para eso es la política y para eso se hace política, para ampliar los márgenes de lo posible, especialmente desde la presidencia de la República y no tengo dudas que vale la pena la pelea, aunque al final del camino se la pierda. En el trayecto se puede construir una fuerza política más fuerte y cohesionada. Pero todo el gobierno debe estar dispuesto a dar esa pelea y en primer lugar es el presidente de la república quien debería estar persuadido. A esta altura de su mandato es de esperar que ya se haya convencido que con buenos modales y con cafecitos amables no se ganan batallas, sobre todo las importantes. Es la misma actitud que es esperable se vea para sacar la ley del pago de la deuda con el FMI con los dineros fugados y evadidos de la ley tributaria de nuestro país.

Precisamente, en relación a la fuga de capitales, hace pocos días se dio a conocer un trabajo realizado por Alfredo Serrano Mancilla y Guillermo Oglietti de la CELAG en la que se pone de manifiesto que la Argentina es uno de los mayores acreedores netos del mundo, lo cual para nuestro país siempre escaso de dólares y con las magnitudes de deuda por pagar no es para nada una buena noticia. El estudio indica que, de acuerdo a una investigación del FMI sobre 140 países, en 2020 los activos de los argentinos en el exterior sumaban unos 400 mil millones de dólares, una cifra ligeramente superior al PIB de ese mismo año, y unos 120 mil millones de dólares más que los activos que los extranjeros tienen en Argentina. De esos 400 mil millones, sólo un poco menos de 90 mil están declarados ante la agencia tributaria.

En América Latina somos los únicos y sólo tres países en desarrollo son acreedores netos del resto del mundo, Argentina, Sudáfrica y Tailandia, aún más, solo 35 países del mundo son acreedores de entre los cuales nuestro país ocupa el puesto número 16. Esto es sólo muy bueno para los dueños de ese capital,es dinero de unos pocos. Es dinero que no se invirtió ni generó empleos ni fábricas en el país. Es dinero en gran parte improductivo. Es dinero fugado, evadido. Es dinero que demandó divisas y debilitó el peso y así generó inflación. Ese dinero afuera explica en gran parte la pobreza adentro. Ese dinero se necesita para aumentar la producción el empleo y los salarios, para pagarle a los acreedores privados, al Club de Paris y al FMI y para estabilizar nuestra moneda. Urge parar y revertir la fuga de capitales.

Mirta Botzman

La economista Mirta Botzman nos propone una mirada nacional, popular y democrática de la economía nacional e internacional, todos los jueves, a las 7,30, en su columna Cuentas Claras en el programa Contala como quieras, en La 99.3.

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