Justicia burlada y en deuda

El pedido de informes que el Ministerio de Derechos Humanos provincial le hizo a la Justicia sobre las causas judiciales de personas desaparecidas en Misiones (ver «Rastros que se borran…» incluye siete casos entre 2000 y 2017. En el texto que sigue se describen las circunstancias en que se registró cada uno, ordenadas cronológicamente.

A fines de diciembre de 2000 la pequeña Andrea Silva, de ocho años, desapareció mientras vacacionaba con su familia en un campamento en la biósfera Yabotí. Se realizaron rastrillajes (intensos durante los primeros días desde que se perdió toda noticia de la niña) y se siguieron incluso pistas aportadas por la consulta a una vidente.

El 28 de febrero de 2002 Claudio Da Silva denunció la desaparición de su pareja, Julieta Ehinger (quien entonces tenía 25 años), con quien convivía en la localidad de Ruiz de Montoya. El hombre dijo que tres días antes Julieta había abandonado la casa en la que convivían con su pequeña hija de tres años, llevándose consigo apenas 45 pesos, sus documentos y una poca ropa. Las sospechas sobre Da Silva incluyeron excavaciones en la vivienda, tras la pista de un posible enterramiento de la mujer después de un homicidio, pero nunca se halló rastro alguno.

Mario Golemba, un joven agricultor de Dos de Mayo, dio las últimas noticias sobre sus pasos desde Oberá el 27 de marzo de 2008: les dijo a sus familiares que esa misma tarde volvería a su chacra de Picada Indumar tras una consulta con una nutricionista. Nunca volvió. Al joven, que en el momento de su desaparición tenía 27 años, lo habrían tenido detenido en la comisaría de Dos de Mayo, de acuerdo con dos testimonios que el padre de Golemba obtuvo en la investigación que llevó adelante, por su cuenta y sin apoyo institucional alguno. Pero nunca se pudo comprobar nada.

El 14 de noviembre de aquel mismo año Daniel Galarza partió de su casa de Posadas rumbo a Coronel Bogado, Paraguay, según le dijo a su padre, para cobrar una deuda. Las sospechas se enfocaron sobre un comerciante de aquella localidad paraguaya, quien admitió haber estado con Galarza y haberle pagado algo más de 8 millones de guaraníes que le debía, pero nunca se encontraron pruebas que lo incriminaran.

Dos vigiladores privados de una forestadora del paraje Esperanza Centro, a 25 kilómetros de Puerto Esperanza, dijeron haber visto a Andrés Estepa en tierras de la empresa: según los agentes de seguridad privada el hombre, que entonces tenía 50 años, se había alojado en una precaria construcción que usaba como lugar de avistamiento de posibles presas de caza; Estepa habría accedido a abandonar esos terrenos, según los testimonios de los guardias. Desde agosto de 2013, cuando se reportó esta última noticia del cazador, no hubo novedades sobre su destino.

Aída de Jesús Cabrera tenía 66 años el 2 de marzo de 2014. Esa noche, entre las 21 y las 23, fue vista en una iglesia evangélica ubicada en la esquina de Blas Parera y Eva Perón, Posadas. Así lo confirmaron el pastor de ese templo y su esposa. Hubo versiones de que se la había visto horas más tarde cerca del Hospital Madariaga, pero jamás se supo nada cierto sobre el paradero de la mujer.

El caso más reciente sobre el que se pidió información al Superior Tribunal de Justicia de Misiones data del 12 de abril del año pasado: en la madrugada de ese día Manuel Ifrán (de 71 años en aquel momento) salió de su casa de Posadas y nunca se tuvieron más datos de su paradero.

Rastros que se borran en la tierra colorada

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