Juego de villanos

Hubo señales previas, siempre hay señales previas.

(Por Carlos Resio) Para no ir muy lejos, la consigna “que se vayan todos” expresada en 2001 fue una señal. Un gobierno nacional y popular en 2003 pareció ser el que volvía a dar cauce al proceso democrático. Volvimos a sentir que se consolidaba el nunca más con el que recuperamos la democracia pero resurgieron gradualmente las señales que nos advertían que la oscuridad de la noche de violencia podía volver.

Carlos Resio el 26 de mayo de 2021

Las manifestaciones después de la crisis por la resolución 125, nos mostraron todo junto el odio larvado que incubaba cierto sector de la sociedad argentina. Mensajes que hasta hacía poco tiempo eran inimaginables, surgieron desde  las cavernas del alma de muchas y muchos de nuestros compatriotas. Esas manifestaciones no eran para reclamar por los intereses de quienes por el solo hecho de detentar la propiedad de la tierra, hecho muchas veces arbitrario, ilegítimo e injusto, reciben a chorros la riqueza extraordinaria que la providencia les brinda, sino para descargar su odio contenido que, hasta ese momento, el cambio de época había contenido. No eran muchos y asistimos con estupor a lo bizarro de sus manifestaciones. Pero con la ayuda de medios concentrados, un poder judicial al servicio del dinero y embajadas extranjeras, esa minoría intensa fue impregnando a quienes miraban la escena con indiferencia. Los poderosos de siempre retomaron la iniciativa y con mentiras y operaciones mediáticas de todo orden enfermaron a una parte de nuestra sociedad. Millones de dólares en los bolsillos de periodistas y dirigentes fluyeron desde organizaciones de derecha con sede en Miami para crear las condiciones que permitieran el acceso al poder del espacio que pusiera las cosas en orden en función de sus propios intereses sectarios. No se detuvieron mientras estuvieron en el poder y siguieron alimentando el odio con la identificación de un enemigo común, práctica fascista que surge en nuestros países después de que ya vienen mostrando sus caras sobre todo en la vieja Europa. La recuperación del gobierno por parte del espacio nacional y popular los enfureció y el rostro desencajado de los manifestantes, la mayoría sus votantes, hoy gritan también a favor del virus, como antes, a favor de la muerte.

El 25 de mayo, que en los festejos de 2010 pareció mostrar una sociedad decidida a recuperar para sí a la Argentina y sus mejores valores, se convirtió ayer en el día en que una bomba voló un local partidario. No cualquier local partidario, ni de cualquier ciudad. El local es kirchnerista y la ciudad, Bahía Blanca, la ciudad del diario La Nueva Provincia, medio fascista por excelencia. La prédica de odio tuvo su primera manifestación concreta.

Este recorrido viene siendo denunciado y señalado por quienes creemos que no debe haber lugar para el odio y la violencia y que las instituciones deben actuar en ese sentido. Las manifestaciones de dirigentes opositores de alto rango como las vertidas por Patricia Bullrich y el propio Mauricio Macri calificando al gobierno de Alberto Fernández en términos disparatados pero que calan en la mente de los odiadores se suman a inaceptables manifestaciones de los periodistas Marcelo Longobardi y Alfredo Leuco pidiendo el retorno al autoritarismo uno y a un país sin kirchnerismo el otro. Son mensajes que incitan a la violencia y están comprendidos entre las conductas punibles por el código penal. Entonces, ¿Qué están esperando quienes deben actuar? ¿Cuál será el punto a partir del cual estas expresiones merecerán castigo? ¿Deberemos esperar el primer muerto? Es hora que las mayorías comprometidas con la democracia expresen su más enérgico repudio a este tipo de actitudes, los gobiernos tienen las herramientas que les dan las leyes y deben ser aplicadas. Sobre todo, cuando hablamos de nuestro país, donde sobran ejemplos de violencia política y podemos identificar el clima previo para que esa violencia se exprese. Pensemos en las acciones de la triple A previas al golpe del 76. La explosión en el local partidario de Bahía Blanca no es un hecho aislado, las consignas vertidas en los volantes que se encontraron en las cercanías expresaban todo lo que hasta aquí describimos y van en sintonía con la prédica de odio vertida por Bullrich y el ejército de pseudo periodistas y opinadores que pululan en los medios. Es momento de tomar estas señales seriamente porque la democracia está en peligro y es responsabilidad del gobierno pero también del pueblo de defenderla de quienes quieren convertirla en un remedo de virtud republicana solo para mantener sus privilegios y sostener una estructura de exclusión que los aseguren.

Deberemos ser más severos con nuestros dirigentes en este sentido. Cuando un político de alto rango, como lo es el presidente de la legislatura misionera, afirma que elegir candidatos políticos en un sufragio es como elegir caramelitos o cuando el gobernador en ejercicio pide que metan en el sobre a los diputaditos, no hacen más de degradarse a sí mismos ante la comunidad y dañar el sistema democrático en el que actúan. Sin embargo, hay una sociedad que parece no comprender estas señales, que continúa impávida y sin reacción. Son aquellas actitudes, la de los dirigentes, las que generan las condiciones para la desvalorización social de sus instituciones democráticas y permiten la llegada al poder de los personeros del odio y como en la fábula de las ranas buscando rey, la serpiente se devorará al pueblo.

Si bien la pandemia ha agregado una dificultad extra para la expresión popular, existen otros medios que deben ser utilizados de forma coordinada y organizada. Ya ha quedado demostrado por la derecha que son herramientas efectivas a la hora de comunicar, aunque ellos son expertos en sembrar cizaña.

Ya estamos más que avisados, el capitalismo mundial está mutando desde hace largos años, una alternativa definida aún no se ha expresado con fuerza aunque hay buenos ejemplos de querer dar batalla. En este sentido el teórico marxista italiano, Antonio Gramsci, muerto en la cárcel hace casi 100 años, nos dejó una frase que parece haber sido escrita hoy: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos” Creo que las sombras de los monstruos de los que hablaba Gramsci se proyectan en los hechos como los de la bomba en el local partidario y para combatirlos no hay mejor conjuro que el de más y mejor democracia apoyada en la intensa participación popular. Que sea más temprano que tarde.

Carlos Resio

Para analizar, reflexionar y debatir el ideario del Manifiesto Argentino, Carlos Resio, integrante de la Mesa Ejecutiva de la organización que conduce Mempo Giardinelli, comparte propuestas de la agenda pública en su columna semanal de cada miércoles, a las 7,30 en el programa Contala como quieras, en La 99.3

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