Ernesto y Hebe
Mi acercamiento a la comprensión del concepto de los derechos de la mujer y el hombre en tanto derechos humanos me llevó un tiempo que estuvo determinado por las circunstancias en que transité mi vida hasta acá. Seguramente fue paralelo a mi trayecto de interés político y definido por una militancia tardía. Solo pienso que tengo la edad de Emilce Moler, compañera fundadora del MA, y quizá solo me salvó de sufrir algo parecido a lo que ella sufrió solo una circunstancia de lugar y tiempo.
La historia de los derechos humanos, como sabemos, no es tan antigua. Se pueden encontrar algunos antecedentes en ideas y conceptos de pensadores y religiosos de la antigüedad pero como derechos efectivos y aceptados mas o menos comunitariamente podemos decir que tienen unos pocos siglos. Los eventos antecedentes que resuenan mas fuertemente hasta la actualidad podrían ser los de la independencia Norteamericana y la revolución francesa, donde quedaron plasmados conceptos de organización social que luego fueron base para nuevas generaciones de derechos.
Lo que si hay que decir es que las bases de los derechos básicos de los que hoy gozamos fueron plantadas sobre lagos de sangre y parece ser que una parte de las sociedades no lo tienen presente. Muchos de quienes pelearon por esos derechos, la mayoría diría yo, fueron muertos mucho antes de que su prédica quedara plasmada como natural y necesaria. La declaración universal de los derechos del hombre de 1948 llegó después de dos guerras mundiales en las que se asesinaron cerca de doscientos millones de personas y se cometieron atrocidades indecibles contra grupos étnicos y minorías.
A pesar de que después de esa declaración los derechos humanos han tenido una progresión constante y se incorporaron en la legislación y cartas constitutivas de los países, aún hay violaciones en todo el mundo, muchas de ellas de las mas atroces. No olvidemos que en el país de las libertades y la democracia, hoy como ayer se siguen asesinando personas por el color de su piel.
Nuestro país, nuestra región, tiene una marca reciente de graves violaciones a los derechos humanos. No todos los países lo hemos resuelto de la misma forma y eso nos distingue. Las dictaduras asesinas en Latinoamérica fueron instauradas para sostener privilegios locales como herramienta de sometimiento al orden mundial impuesto por las potencias imperiales. Nuestra forma de resolverlo nos puso como ejemplo universal pero no eliminó la tensión que generan quienes nunca dejaron la pretensión de imponer sus privilegios sobre las mayorías y por eso es que tratan de bajarle el precio a la lucha por los derechos humanos ya sea a través de la acción directa tratando de eliminarlos como también a través de personeros que intentan desprestigiar a referentes y militantes o confundir a la población eligiendo ellos mismos a personajes que desde su notoriedad nos digan cuales son los derechos por los que hay que pelear, cuales no y cómo hacerlo.
Durante el gobierno de Alfonsín, quien dio un enorme paso con el juicio a las Juntas, fue notorio también el caso de elegir como referente de los ddhh, fuera de su producción literaria, a Ernesto Sábato, un intelectual que se presentaba profundo, reflexivo y democrático aunque había dado su apoyo a todas las dictaduras desde la del 55 a la del 76 para acomodarse luego en el regreso a la democraciamientrasdistintos espacios políticos y comunicadores se ocuparon de tapar sus flagrantes contradicciones. Tanto fue así que en Junio de 1976 y luego de reunirse con él, llegó a decir que Videla le dio una excelente impresión y, en ocasión de la guerra por Malvinas, llegó declarar que todos los países necesitan de una buena guerra porque unifican a la Nación. Solo para dar algunos ejemplos.
Fue un personaje que encajaba perfectamente en nuestras clases medias tan afectas a la moderación y la hipocresía. Por otro lado se denostó a quienes realmente pusieron en juego su vida, cuando no la perdieron, criticando sus modos y falseando hechos como fue y sigue siendo el caso de Hebe de Bonaffini, Adolfo Perez Esquivel y tantos otros, quienes jamás, a pesar de lo sufrido, clamaron por otra cosa que no fuera memoria verdad y justicia. Cuando insultan a Hebe, nos insultan. Porque personalizando en ella su rabia ignorante y prejuiciosa, son instrumento descartable de quienes no quieren perder privilegios con la transformación de la realidad que propone nuestro espacio. No pueden, ¡no quieren!, entender que sirven a quienes son sus propios victimarios.
Los momentos de nuestra historia política desde el retorno de la democracia en 1983 fueron poniendo las cosas en su lugar y mostrando quien es quien, pero no sin el esfuerzo de la política nacional y popular, los organismos de derechos humanos y militantes quienes sostenemos en alto los valores que nos han hecho distintos en este sentido.
Néstor Kirchner reinició un ciclo virtuoso derogando las leyes de impunidad y dando impulso a los juicios de lesa humanidad. Cuando Mauricio Macri anunció que se iba a terminar el curro de los derechos humanos no causó extrañeza, se esperan ese tipo de conceptos del espacio al que representa. Incluso tienen sus propios referentes, lavados y negadores que relativizan los hechos o sostienen la teoría de los dos demonios. Pero cuando estos discursos vienen desde dentro de nuestro propio espacio, nos deben resultar ofensivos e indignantes y no deben dejarse pasar. No solo porque es inaceptable dentro de nuestro colectivo sino porque debilita nuestra tarea de sostenimiento de la memoria y nuestra prédica ante quienes dudan, no saben o desconfían. Los dichos de Berni no son inocentes y ya se verá cuáles son sus intenciones. Incluso hay quienes imaginan una estrategia distractiva propia.
Creo que es deuda del espacio nacional y popular encontrar los mecanismos para que el sacrificio de tantos compañeros y compañeras, que dieron y dan su vida en defensa de los derechos humanos cale hondo en la memoria y valoración de toda la sociedad. Porque esta lucha no es solo de un sector militante sino un tesoro que debe ser resguardado y fortalecido. Cuando los fracasos políticos y económicos nos invitan a bajar los brazos allí tenemos una bandera que nos indica el camino. Forma parte de las mejores páginas que ha dado nuestra historia y es el antídoto eficaz que permite defendernos de intentos desestabilizadores y claudicantes que aparecen ante cada gobierno Nacional y popular y nos mantiene unidos en los ciclos de gobiernos de derecha.
Aún hay cuentas pendientes y flagrantes violaciones sistemáticas a comunidades originarias, afroamericanas, campesinas, a minoría de géneros, a mujeres y niñas y sobre todo de las clases económicamente vulnerables en nuestra región. Las hay en nuestra provincia.
Bastan de ejemplo la desaparición impune de Golemba después de haber sido visto en una comisaría, el encarcelamiento de dos mujeres inocentes por mas de 11 años o el embarazo infantil negado por nuestras autoridades. Recordemos las declaraciones del ahora ministro de salud cuando, como director del hospital Madariaga y ante la pregunta de un periodista acerca de e embarazo por violación de una niña de 10 años el responde “¿quién le dijo que fue violación?”. El equipo Misionero por los ddhh, justicia y género a quienes apoyamos es un buen ejemplo de lucha.
Por eso, hoy más que nunca, la consigna de memoria, verdad y justicia debe ser faro de guía y así ningún canto de sirena podrá desviar nuestro rumbo hacia una patria liberada e inclusiva. Ahora y siempre, Nunca más.
El Manifiesto Argentino es un colectivo integrado por ciudadanos y ciudadanas de toda la república, y todas las profesiones y actividades, que ha instalado ya en la agenda política de la República Argentina algunas ideas hoy fundamentales para la vida nacional. En primer lugar la necesidad de una Reforma Constitucional profunda y popular de la que resulte una Nueva Constitución Nacional.
Para analizar, reflexionar y debatir el ideario del Manifiesto Argentino, Carlos Resio, integrante de la Mesa Ejecutiva de la organización que conduce Mempo Giardinelli, comparte propuestas de la agenda pública en su columna semanal de cada miércoles, a las 7,30 en el programa Contala como quieras, en La 99.3