Conciencia para todas, todos y todes

Carlos Resio.

El profesor Pilar Monesterolo dictaba la materia Derecho Constitucional en el colegio de curas donde cursé mi secundario entre 1975 y 1979. Era el estereotipo del abogado. Alto y flaco, parecía haber nacido con el traje gris con chaleco con el que se presentaba en el colegio. Era un tipo carismático a pesar de no ser expresivo y generaba cierta empatía. Semejante materia, dictada durante el período en que se desarrolló la más sangrienta y feroz dictadura que nuestro país haya sufrido debió haber sido todo un reto para el tipo. No recuerdo que haya evitado las preguntas o comentarios. Sus clases eran más bien entretenidas y a pesar de eso en ningún momento sospechamos que había algo que no funcionaba o al menos no recuerdo que se nos hubiera ocurrido plantear la flagrante contradicción. A la distancia, pienso que así lo determinó él, que trabajó para eso. Éramos un grupo sin conciencia.

Carlos Resio en La 99.3 el 1 de junio de 2022

De todos modos de aquel tiempo nefasto, a pesar de no haber desarrollado una conciencia política, emergimos con vida y esto nos permitió luego tener la oportunidad de recuperar el tiempo perdido, si es que eso fuera posible. Y así como de ese grupo hubimos quienes desarrollamos algún interés por la política también hubo quienes se quedaron allí. Y no es que esa conciencia haya sido adquirida de forma instantánea una vez salido de la escuela. Atravesé ese período posterior como en un laberinto en el que uno se va cruzando con paseantes y va recolectando pistas, muchas veces falsas, para encontrar la salida que, de testarudo, aún sigo buscando pero ya con un nutrido grupo caminando conmigo. Quién sabe si esa salida existe.

No me considero un experto en nada y creo que no es necesario serlo para entender algunas pocas cosas y para saber, o intuir, de qué lado estar en cada caso. A veces solo basta con saber quiénes están ya de cada lado para elegir uno. Pero para eso fue necesario desarrollar cierto interés por lo que pasa en nuestra patria y que les pasa a mis compatriotas, quien se beneficia y quienes se joden en el juego, la lucha, de intereses sin importar la época o el sistema político que impere. Muchas veces esa comprensión no se manifiesta como un cúmulo de saberes cuyo desarrollo nos lleva a una deducción lógica sino que simplemente se manifiesta en las tripas. Claro que este camino que transité estuvo determinado por privilegiadas condiciones de partida, por consejos, lecturas, experiencias (más errores que aciertos) y un temperamento. Entonces, intento comprender que circunstancias son las que llevan a parte de mis compatriotas, decentes en el sentido canónico del término, a convertirse en quienes odian a quien usa el lenguaje inclusivo, pretende la universal igualdad de oportunidades o por entender que sin política y estado jamás hubiéramos dejado de ser esclavizados y descartables. Todos conceptos que también los benefician en sus consecuencias, o al menos no les quitan nada.

No es que el mundo actual esté cerca del paraíso prometido, pero se han logrado grandes avances en cuanto a la naturalización de derechos y valores muchos de los cuales eran impensados hasta hace pocas décadas. Y no está incorporada en la conciencia general el conocimiento de la forma en que esos derechos y valores fueron conseguidos.

Es bastante conocido el discurso de la jueza federal brasileña Raquel Domingues do Amaral frente a sus estudiantes donde señala este proceso. En uno de sus pasajes dice: “Para hacer el derecho más elemental, la libertad, pasaron siglos y miles de vidas fueron tragadas, fueron molidas en la máquina de hacerse derechos, la revolución!”, dice “cuando se deroga un derecho se pierden miles de vidas” y termina “¡el derecho y el arte son las únicas evidencias de que la odisea terrenal ha tenido algún sentido!”.

Entiendo perfectamente que en el discurso de la jueza también están explicadas las pérdidas de los privilegios que negaban los derechos y ya sabemos la furia que despierta en un poderoso perder sus privilegios. Lo que es difícil de comprender es la furia en quienes reciben los beneficios de los nuevos derechos aunque cada vez quedan más claramente expuestas las herramientas con que se forjan tales sentimientos. Y también deberíamos saber que no tienen los mismos resultados las mentiras mediáticas, una de las herramientas, en las mentes de un pueblo con consciencia política que en las de un pueblo individualista y anestesiado por la banalidad del consumo o la urgencia del hambre.

Hubo momentos, quizá no muchos pero lo hubo, en los que discursos esperpénticos como los de los presentadores mediáticos al servicio de la derecha impiadosa y de emergentes fascistas con el disfraz libertario sonaban como el rasguido de las uñas en una pizarra  y en los que conceptos como soberanía, hermandad latinoamericana y solidaridad compañera formaban parte del lenguaje diario entre las juventudes. Dolorosamente comprobamos lo frágil que pueden ser los momentos virtuosos y hoy se naturalizan las propuestas de eliminación del otro como aceptables en un sistema democrático. Lo que hubiera merecido la repulsa ayer, es presentado como virtuoso hoy y así se aceptado por parte de las sociedades.

Hoy nos debatimos en un momento complejo y confuso por lo que prometió ser, por lo que es y por lo que podemos perder; confundimos el enemigo y hasta desconfiamos de quienes comparten nuestra lucha. La conciencia social ha quedado sin contenido, no llego a consolidarse cuando pudo hacerlo. Bastaron 4 años de un gobierno de derecha para tirar abajo una buena parte de lo que se había logrado recuperar trabajosamente en 12 años después de la crisis de 2001 y que en algún momento pensamos definitivo. ¿Es suficiente un líder político que parado en el puente de mando señale un rumbo y decida enfrentar al enemigo? ¿Son permanentes los logros si la consciencia política del pueblo no contiene la llama que los sostenga? ¿Cómo es posible que quienes pierden derechos acompañen a sus verdugos? Estas y otras preguntas son las que debemos hacernos.

No creo que haya que buscar las respuestas entre los iluminados ni esperarlas de la boca de líderes circunstanciales por más destacados que sean. Más bien debemos buscarlas en la compañera y el compañero que tenemos al lado y con quienes compartimos la lucha porque es la mejor forma de consolidar el cimiento sobre los cuales construir una mejor Patria encendiendo nuevamente la consciencia popular, aunque nos resulte difícil, a veces decepcionante y tengamos que soportar la derrota.  Multiplicar es la tarea y, como ya nos lo han señalado, ya no debemos esperar la aparición de quien nos defienda porque tenemos en nuestro interior une dirigente capaz de levantar las banderas caídas para organizarnos y volver a la lucha en el camino a la victoria. ¿Será?

De Raquel Domingues do Amaral, Jueza federal y docente brasileña del estado Mato Grosso do Sul

“¿Saben de qué se hacen los derechos, mis jóvenes?

¿Sienten su olor?

Los derechos son hechos de sudor, de sangre, de carne humana podrida en los campos de batalla, quemada en hogueras!

Cuando abro la Constitución, además de los signos, de los enunciados vertidos en lenguaje jurídico, siento olor a sangre vieja!

¡Veo cabezas rodando de guillotinas, jóvenes mutilados, mujeres ardiendo en las llamas de las hogueras! Oigo el grito enloquecido de los empalados.

Me encontré con niños hambrientos, enriquecidos por inviernos rigurosos, fallecidos a las puertas de las fábricas con los estómagos vacíos!

¡Sofoco en las chimeneas de los Campos de concentración, expulsando cenizas humanas!

Veo africanos convulsionando en las bodegas de los barcos negreros.

Oigo el gemido de las mujeres indígenas violadas.

¡Los derechos están hechos de fluido vital!

Para hacer el derecho más elemental, la libertad, pasaron siglos y miles de vidas fueron tragadas, fueron molidas en la máquina de hacerse derechos, la revolución!

¿Tú creías que los derechos fueron hechos por los funcionarios que tienen asiento en los parlamentos y tribunales?

que engaño! ¡El derecho se hace con la carne de la gente!

Cuando se deroga un derecho, se pierden miles de vidas …

¡Los gobernantes que usurpan derechos, como buitres, se alimentan de los restos mortales de todos aquellos que murieron para convertirse en derechos!

Cuando se concreta un derecho, mis jóvenes, se eterniza esas miles de vidas.

Cuando concretamos derechos, damos un sentido a la tragedia humana y a nuestra propia existencia.

¡El derecho y el arte son las únicas evidencias de que la odisea terrenal ha tenido algún significado!”

Carlos Resio

Para analizar, reflexionar y debatir el ideario del Manifiesto Argentino, Carlos Resio, integrante de la Mesa Ejecutiva de la organización que conduce Mempo Giardinelli, comparte propuestas de la agenda pública en su columna semanal de cada miércoles, a las 7,30 en el programa Contala como quieras, en La 99.3

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