Que coman chipa!

(Carlos Resio) En la Francia del siglo XVI, el pan que las familias llevaban a su mesa, muchas veces su única comida, les insumía el 50% de sus ingresos mientras el combustible para calentarse les llevaba solo el 5%. Como es sabido, las malas cosechas aumentaban el precio del trigo que trasladado al pan causaban hambrunas y fuerte descontento entre la población francesa. A decir verdad, en parte de la población, ya que la corte y su círculo de privilegiados y vividores seguían derrochando obscenamente en la cara del pueblo.

Carlos Resio en La 99.3 el 2 de Diciembre de 2020

Fue en una de estas oportunidades que María Teresa, la esposa de Luis XIV constructor de Versalles, al enterarse de que sus súbditos no tenían pan para alimentar a sus hijos dijo con provocativo desprecio la célebre frase ¡que coman brioche! Brioche era un pan refinado y dulce que se comía en la corte. Entre paréntesis, la frase se le adjudicó por mucho tiempo a la insensibilidad de María Antonieta que la llevó a perder la cabeza bajo el filo de la guillotina aunque, según leí, ni María Antonieta era tan insensible ni dijo nunca esa frase que ya circulaba 100 años antesaunque seguramente, sumada a otras trapisondas de la nobleza, esta fakenewsincidió en ladisección de la joven cónyuge real.

En esas asociaciones raras que suelo hacer, este episodio me vino a la cabeza en relación al reclamo que algunas vecinas y vecinos de Villa Cabello vienen haciendo por la ocupación de un pequeño lote costero que ya alambró y reclama como propio el club Pirá Pytá de Posadas dejándolo dentro de supredio limitado por las avenidas Kolping, Piró y Centenario en la costa del Paraná. Dicho predio, aún sin desarrollo, se suma al que ya posee el club al final de la avenida San Martín, también sobre el río y donde tiene su marina y guardería náutica además de otras instalaciones sociales.

No está claro si el lote al que les vecinos accedieron durante años para disfrutar el río y la sombra de la arboleda es parte remanente de la zona que la EBY reservaba como zona costera de no innovar ante el llenado de la represa o si efectivamente es parte del lote cuya propiedad reclama el club. La Eby aún no se ha pronunciado claramente y el club ya encontró la forma de impedir el paso de los vecinos, alambre de púas, policía y denuncias penales mediante. Un vecino y una vecina, según pude saberlo en una pequeña asambea en la que participé, ya se hayan imputados penalmente por una denuncia por usurpaciónpresentada por las autoridades del club. La intimidación judicial como forma de advertencia.

Este caso particular no es más que la muestra de la arbitrariedad con que se ha distribuido la propiedad de la franja costera desde que miles de familias humildes que vivieron en la zona durante décadas fueran desalojadas por la prepotencia de la EBY y el abandono de los gobiernos que se sucedieron en este proceso injusto. Como lo tratamos en otra de mis columnas, fueron arrojados a kilómetros de distancia del río, destruidas sus relaciones vecinales y alejados de las posibilidades que les daba  la costa a pesar de la precariedad en que muchos de ellos vivían.

Desde la Avenida Tomás Guido en su intersección con el río, que es donde termina la avenida costanera, hasta donde se emplaza en Club Capri en la intersección de la avenida Tacuarí con el arroyo Mártires, se miden aproximadamente 7500 metros de costa donde no más de 25 propiedades ocupan el espacio hasta el borde mismo del agua. Unos diez clubes, un barrio cerrado, un complejo turístico, el campus universitario de la UCAMI y el resto unas poquísimas propiedades particulares de las cuales algunas de ellas serían la envidia de la mencionada María Teresa y su corte real.

Si bien hay casos en que la propiedad de los lotes es antigua y sus propietarios ocupan esos espacios tradicionalmente, también las hay de quienes accedieron a ellas a partir de la adquisición de terrenos remanentes del tratamiento costero que la EBY liberó para su ocupación después de haber quedado definida la cota del embalse. Las sospechas de que los procesos de enajenación y de adquisición fueron amañados, mediante el aprovechamiento de información privilegiada, concesiones opacas y a través de fuerte influencia política es un secreto a voces.

La Indignación vecinal se ve aumentada por la imposibilidad de acceder a un pequeño pedazo de costa donde ejercer el derecho popular de disfrutar de un espacio natural y sombreado sobre la costa. Hasta se han clausurado calles públicas para ser utilizadas exclusivamente por frentistas e incluso, en algún caso, pasaron a formar parte de la propiedad lindante. Arbitrariedad y autoritarismo.

Con respecto a la disponibilidad del terreno costero, la legislación vigente en el nuevo código civil promulgado en 2014 dice en su artículo 1974 que debe reservarse una franja de no menos de 15 metros desde la línea de máxima crecida regular para el camino de sirga y en el artículo 240 establece que el derecho individual no debe menoscabar los derechos e incidencia colectiva ni afectar el funcionamiento y la sustentabilidad de la navegabilidad, los ecosistemas, paisajes, valores culturales y otros. Incluso, en 2016 fue aprobado por el senado una modificatoria que restituía los 35 metros originales, establecidos en el código de Vélez Sarsfield, al ancho de la franja que debe quedar libre en la costa como camino de sirga para los fines mencionados aunque en la cámara de diputados quedó sin tratamiento por presión de grupos inmobiliarios y desarrolladores que tuvieron vía libre para hacer desastres en zonas costeras, de islas  y humedales.

El desprecio por las mayorías populares con la que actúan algunos privilegiados en connivencia con gobernantes ensoberbecidos y vulgares, hace que los derechos de quienes menos tienensean en realidad una molestia a eliminar. La palmaria prueba está en el caso del montecito de Villa Cabello donde una barriada popular, de antigua raigambre y tradicionalmente vinculada con el río se ve privada de un ínfimo espacio donde disfrutar de un ambiente más o menos sano por su arboleda y donde el agua no presenta los niveles de polución del arroyo Mártires. No quieren a la gente entre ellos. Al pueblo, ni las sobras.

Este último es, como vimos, solo la cuenta de un collar de despojos que se fueron engarzando frente a los ojos cerrados de los propios perjudicados. El trabajo sucio ya se había hecho con el desalojo de los antiguos pobladores costeros, lo que siguió fue sigiloso y sin sobresaltos. Por fin en esta oportunidad algunos vecinos se atrevieron a decir algo y a intentar una resistencia. Lo cierto es que es difícil ser optimista después de estos antecedentes. Pero de lo que si estoy seguro es de que si hay una verdadera voluntad de hacer valer los derechos y la indignación se transfiere a otros sectores de la ciudadanía que hagan suya esta causa, aunque sea en reivindicación de lo ya perdido, existe una posibilidad como ya se ha demostrado en tantas luchas populares si el compromiso se demuestra con la participación masiva y organizada. Si este es el caso, ante el reclamo del derecho popular esta vez no habrá lugar para que ninguna María Teresa mande al pueblo a comer chipa.

Carlos Resio

Para analizar, reflexionar y debatir el ideario del Manifiesto Argentino, Carlos Resio, integrante de la Mesa Ejecutiva de la organización que conduce Mempo Giardinelli, comparte propuestas de la agenda pública en su columna semanal de cada miércoles, a las 7,30 en el programa Contala como quieras, en La 99.3

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