Los ataques siguen, Venezuela resiste

Por Miranda Cerdá Campano* (Agencia Timón).Desde hace un tiempo que no hay una semana que en la República Bolivariana de Venezuela no sucedan cosas que ameriten un análisis o al menos una mención. Con la autoproclamación de Juan Guaidó en enero, pasando por el intento de ingresar “ayuda humanitaria” en febrero, los apagones de marzo y el último intento de golpe de Estado en abril, Venezuela fue el epicentro de un acoso constante por parte del imperio estadounidense. Y siendo mayo, a pesar de la resistencia antiimperialista llevada adelante en gran medida por la Guardia Nacional Bolivariana, esos ataques no han cesado.

Se habla de violación a los derechos humanos, de crisis y de Nicolás Maduro como dictador, como si eso los habilitara para algún tipo de intervención. No entienden que en todo caso, ese no es asunto de ningún poder extranjero, sino que le corresponde al propio pueblo venezolano. Se olvidan también que Maduro fue electo en mayo del año pasado con casi el 68 por ciento de los votos en unas elecciones que la propia oposición pidió adelantar.

La oposición mediática venezolana se encargó de decir que Maduro no tenía el apoyo popular, que incumplía los procedimientos legales, entre otra sarta de mentiras. Pero, les guste o no a muchos, Maduro es el presidente de su país en términos de orden constitucional y todo lo que sucede en Venezuela es asunto de los propios venezolanos. La injerencia neocolonialista es inaceptable entendiendo que Venezuela es un país, que como cualquier país soberano busca su propio camino sin este tipo de intervenciones.

Entre los hechos concretos que son parte de este plan intervencionista y que han tenido lugar este mes, la antigua embajada de Venezuela en Estados Unidos se encuentra bajo asedio desde hace casi dos semanas y sin energía eléctrica desde el jueves, una política de ataque imperial que se ha vuelto habitual en los últimos meses.

Recordemos que Venezuela rompió relaciones con Estados Unidos en enero, después de que el gobierno yanqui reconociera como «presidente interino» a Guaidó e impulsara una serie de agresiones contra los venezolanos.

No obstante, dentro de la embajada quedan huéspedes que, ante el asedio de opositores, han defendido el recinto diplomático de Venezuela con el nombre Colectivo de Protección de la Embajada. A su vez, las inmediaciones de la embajada en Washington también han sido escenario de violencia opositora contra manifestantes que apoyan el gobierno de Nicolás Maduro.

Está claro que el corte del suministro eléctrico ha sido otra medida de presión para que los activistas a favor de la Revolución Bolivariana dejen la embajada. Ni hablar de que a los huéspedes se les está impidiendo adquirir alimentos. Los activistas lanzan morrales para que se los llenen de comida, pero muchos casos los opositores lo impiden.

Volviendo a Nuestra América, el viernes se informó que la armada venezolana desvió el rumbo de un buque estadounidense que patrullaba las aguas soberanas cerca del puerto de La Guaira, en el norte de Venezuela. Esto supone otra de las tantas provocaciones lanzadas para aumentar las tensiones ya existentes con el imperio yanqui.

El incidente ocurre días después de que EEUU amenazara al Gobierno venezolano de sancionar a todos los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia si no se oponen al presidente Nicolás Maduro y con “consecuencias” si no se liberaba al diputado opositor Édgar Zambrano, detenido el 6 de mayo por su presunta vinculación con el intento de golpe de Estado contra el mandatario Maduro, el pasado 30 de abril.

No está muy claro cuánto tiempo va a tener que resistir Venezuela, sí queda claro que hasta ahora ni una sola de las iniciativas del autoproclamado presidente interino ha tenido éxito y que incluso los propios medios hegemónicos comprometidos con la oposición venezolana y con el plan estadounidense para derrocar a Maduro ya no saben qué decir.

Luego del mayor fracaso del plan golpista que fue supervisado personalmente por John Bolton y Elliot Abrams, el Diario Clarín analizó la situación y observó que “ni batallones repletos de soldados hastiados se sumaron a la rebelión popular ni las calles se llenaron de opositores dispuestos a llegar al Palacio de Miraflores para acabar con la usurpación. Y mucho menos, ha caído el régimen chavista” e incluso en otra nota del mismo diario hay casi una confesión: “El respaldo militar a Maduro es clave, pero no la única pata que le permite mantenerse en el poder. Es innegable que aún, y pese al descalabro de la economía que golpea por igual a chavistas y antichavistas, el régimen goza de un respetable apoyo en sectores de la sociedad que viven del sueño de la Revolución Bolivariana”.

Quizás a Clarín se le ocurre empezar a entender que el gran apoyo a este proceso soberano se da en tanto es una revolución que tiene raíces profundas en la historia y la cultura de Venezuela, en las luchas indígenas, campesinas y obreras y que han sido cultivadas con mucho esmero por Chávez y quienes siguieron sus pasos después de su muerte. Por eso Venezuela resiste y por eso Trump y sus fallidos intentos de intervenir Nuestra América a través de sus gobiernos títeres, fracasan.

Es la hora de la más amplia y generosa solidaridad con los pueblos sometidos al castigo económico de Washington.


*Periodista especializada en Sudamérica, redactora de Revista Trinchera y columnista del programa Marcha de Gigantes (AM 1390 Radio Universidad Nacional de La Plata) y colaboradora de Agencia Timón.

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