“Una terrible guerra de tres países contra el Paraguay”. Un país “mutilado en su territorio, que había sido vejado durante cinco años por fuerzas de ocupación extranjeras que dictaban y ponían ley”, decía el autor de Yo, el supremo, Augusto Roa Bastos. Una de esas fuerzas de ocupación fue enviada por la Argentina.
Beto Zeppa intenta en su programa Vigencias del 21 de abril, en La 99.3, un relato que mínimamente reconstruya el devenir de aquellos hechos, la mayoría de ellos desarrollados en suelo paraguayo, esa tierra bajo ese “sol de hierro” atravesada por aquella “caravana lúgubre, macilenta”, en busca de un último rincón protector de la barbarie que la desangraba invocando una causa civilizatoria contra la tiranía. Esa “gente que creía de todos modos en el futuro” entregó hasta la sangre de sus niños para alcanzarlo, aunque fuera en aquel último rincón buscado escapando de la mutilación, de las vejaciones. Del exterminio.