Messi, capitán de la cordura

El partido que la Selección argentina de fútbol iba a disputar el sábado próximo en Jerusalén contra su par israelí fue suspendido ayer, tras un enfático reclamo del plantel que capitanea Lionel Messi ante las airadas protestas de la comunidad palestina por la elección de la que tanto judíos como cristianos y musulmanes consideran su Ciudad Santa y a la que el Estado de Israel designó su capital, aun contra resoluciones de las Naciones Unidas que lo prohíben.

Como evidencia de que el cotejo deportivo se convirtió en cuestión de Estado, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, le pidió telefónicamente al presidente Mauricio Macri que interceda ante la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para que revea la decisión y juegue el partido pactado en Jerusalén, según confirmó la Agencia Judía de Noticias (AJN), apoyada en altas fuentes del gobierno hebreo.

La decisión se tomó después de que manifestantes propalestinos protestaran frente a la ciudad deportiva Joan Gamper, del club Barcelona, en la que la Selección albiceleste realiza sus prácticas previas al Mundial Rusia 2018: españoles y argentinos enarbolaron banderas palestinas y camisetas argentinas manchadas de rojo (como si estuvieran ensangrentadas) y manifestaron de viva voz su rechazo a la disputa del cotejo en Jerusalén.

De acuerdo con los enviados especiales de distintos medios argentinos presentes en el centro de entrenamiento, terminada la práctica de fútbol los miembros del plantel, con Messi y Javier Mascherano como portavoces, le hicieron saber al presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, su decisión de no disputar el partido previsto para el sábado próximo.

En varias otras ocasiones seleccionados argentinos de fútbol disputaron partidos contra Israel en territorio hebreo, pero en todas ellas las ciudades elegidas habían sido Tel Aviv y Haifa. La aceptación de que el cotejo se trasladara esta vez al estadio Tedy Kollek, en Jerusalén Oriental, desató la ira de la comunidad palestina en todo el mundo.

El estadio está construido sobre tierras de la población palestina, en lo que era la aldea de Al Malha, arrasada por la ocupación israelí.

Para la comunidad palestina internacional, jugar en ese lugar implicaba un aval a la decisión unilateral del Estado de Israel (de 1980) de trasladar su capital de Tel Aviv a Jerusalén, hasta ahora sólo respaldada por Estados Unidos, Guatemala y Paraguay, que mudaron sus embajadas a la Ciudad Santa de cristianos, judíos y musulmanes.

El embajador del Estado de Palestina en la Argentina, Husni Abdel Wahed, en diálogo con la AM 750 de Buenos Aires, felicitó a los futbolistas del plantel argentino por su “valiente decisión” de negarse a jugar en Jerusalén Oriental, la parte de la ciudad que los palestinos reclaman como su propia futura capital.

El diplomático recordó que haberlo hecho hubiera significado una actitud contraria a la que la Argentina ha sostenido históricamente respecto de la ciudad, respetuosa del status especial que las Naciones Unidas le confieren. De hecho, un mes después de que Israel anunciara el establecimiento de su capital en Jerusalén, en julio de 1980, el Consejo de Seguridad de la ONU emitió su resolución N° 478, que consideraba esa decisión como “una violación del derecho internacional”.

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