El otro Sócrates de las preguntas incómodas

(Norberto Zeppa) La efeméride reseña que el jueves pasado se cumplieron nueve años de la muerte de Sócrates, futbolista que supo peguntarse: «¿Por qué causas más conmovedoras no mueven tanto como el fútbol?”  Y enumerar: “Como los niños en la calle, los tsunamis, la miseria extrema en el corazón de África y en algunas otras esquinas, el genocidio y muchas otras…» Una muestra de por qué fue capaz de llevar ese nombre sin necesitar otra identificación.

“Pediatra”, hizo escribir en la puerta de su casa, pero esa Medicina en la que logró un título apenas serviría para adornar con “el doctor” su nombre. Podría haber sido mago, genio, divino y tantos otros: verlo jugar era hermoso.

«Muchas veces pienso si podremos algún día dirigir este entusiasmo que gastamos en el fútbol hacia algo positivo para la humanidad, pues a fin de cuentas el fútbol y la Tierra tienen algo en común: ambos son una bola. Y atrás de una bola vemos niños y adultos, blancos y negros, altos y bajos, flacos o gordos. Con la misma filosofía, todos a fantasear sobre su propia vida”, se preguntaba y ponía en práctica allí donde podía.

En Corinthians, el club con el que firmó su primer contrato, su mejor cura a ese mundo enfermo de equivocar entusiasmos: una “Democracia corinthiana” en la que utileros y dirigentes y todos quienes conformaban esa reunión de socios decidían todo por votación sin distingos jerárquicos.

Como vestir al equipo con un «Día 15 vote» como toda publicidad, llamando a votar en aquel día de noviembre de 1982, cuando San Pablo iba a las urnas para elegir gobernador tras dos décadas de dictadura. O salir a la cancha con pancartas que reclamaban «Direitas ya» o «Ganhar ou perder, mais sempre com democracia».

Reseña documental de una vida comprometida en la construcción de un mundo mejor.

La consagración deportiva con la verdeamarelha apenas sirvió para que el mercadeo del fútbol intentara sacar billetes de su talento en Europa, pero ni la mismísima Florencia le hizo posible vivir sin su Brasil: ahí todavía contaría con algunos permisos para sus rebeldías plebeyas: una cerveza, un cigarrillo. Sólo así se podía disfrutar un libro.

Después, ya retirado de las canchas profesionales, ni siquiera alcanzaron los pedidos de Lula para que sumara sus esfuerzos por un mundo mejor desde la política partidaria. Una lástima.

Tuvo razones. «Si la gente no tiene el poder de decir las cosas, entonces yo las digo por ellos. Si yo estuviera del otro lado, no del lado de la gente, no habría nadie que escuchara mis opiniones», sostenía.

Dejó enseñanzas.    

Un comentario en «El otro Sócrates de las preguntas incómodas»

  • el lunes, 7 diciembre, 2020. Hora 15:39 a las 15:39
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    Excelente recordación de un gran futbolista y mejor persona.

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