Demasiado gradual

Varias oscilaciones hubo y hay en la descripción y análisis de los columnistas del gobierno sobre la crisis económica, pero la tesis más sostenida es que las causas principales son el denominado “gradualismo” de Macri (una forma de reclamar cuchillazos todavía más profundos) y, obviamente, la oposición, por reclamar por las tarifas.
En medio de esto, Julio Blanck en Clarín anuncia que la CGT irá a un paro general, casi sin mayores dificultades internas.
Planea la figura del “mercado”, lo que quiere y no quiere. Ocasionalmente es cambiado ese nombre híbrido -en realidad una gigantesca patraña discursiva- por los “inversores” o los “sectores financieros”. Corrieron al dólar cuando vieron que el macrismo no puede impedir el proyecto opositor sobre las tarifas en el Congreso. Esto lo escribe el domingo Morales Solá con todas las letras: JP Morgan reclama que Macri controle al Congreso.
En suma, compatriotas, la corrida al dólar de esta buena gente es culpa de los opositores y, entre ellos, en especial los peronistas, y hasta los pseudoperonistas. Morales Solá insiste en su desprecio por Sergio Massa, a quien le atribuye el comando de la “maniobra opositora”, a quien “lo desquicia la ansiedad política”. Desquiciado, es decir está enfermo, está loco. Y remata el más macrista de los periodistas macristas: “el gradualismo demasiado gradual” es también parte del problema.
Joaco no está solo: el viernes Bonelli en Clarín escribió una vez más sobre la “inconsistencia fiscal”, mencionada incluso -dice- por directivos del FMI que así colaboraron con la corrida cambiaria. “El gradualismo necesita tiempo”, copió también Kirschbaum el domingo, y agrega que un shock es “inviable” por “razones sociales”.
“Insolvencia” del graudalismo, tecleó a su vez Van der Kooy. Y el “disparador” de la corrida es el proyecto opositor sobre tarifas, aunque, reconoce, hay otros factores.
En este cuento increíble del gradualismo, nadie hace la cuenta sobre cuánto se devaluó el peso desde diciembre de 2015, algo que no podríamos llamar muy gradual. Tampoco conviene incluir ningún porcentaje del tarifazo, porque lo de “gradual” se va al cuerno. O la recaudación fiscal cedida a los sectores más ricos del país, que tampoco fue nada gradual. Y, en la mención del déficit fiscal como única razón de toda desgracia argentina (déficit viene con peronismo- populismo-demagogia), a estos periodistas independientes se les olvida mencionar el costo fiscal de la tremenda bicicleta financiera alimentada explícitamente por las políticas oficiales.
Tan explícito es esto que, si uno fuera mal pensado, podría suponer que el elenco gubernamental no está equivocándose, ni comete errores, ni tiene desacuerdos ni enfrenta a una oposición malsana, destructiva y desquiciada, sino que responde expresamente a un dispositivo que privilegia las ganancias de los grandes grupos financieros. Lo hacen con tanto fanatismo que se podría sospechar que se están llenando los bolsillos con ello. Y esta élite sabe hacerlo: ya lo hizo varias veces en el pasado.

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