Una pausa para la pesadilla de María Ovando

“Lo más feliz que estoy es que estoy de vuelta con mi hijo. Estoy tomando mate con él… A veces me despierto, voy y miro por él. Estoy contentísima”, contó María Ovando cuando empezaba a disfrutar el tercer día en su casa de Eldorado después de casi cuatro meses en la cárcel.

Era la mañana del jueves. El martes a la tarde se había reencontrado con su hijo Roque, de 15 años, que padece epilepsia y para ella es la mayor preocupación porque “es mi deber de cuidarle”, como le dijo a Contala como quieras.

María Ovando en La 99.3, el 25 de febrero de 2021.

María despertaba de unas pocas horas de sueño. “Anoche dormí  un poquito, pero no puedo dormir”, contó, y hubo que preguntarle para que explicara las razones.

–¿Tiene temor por lo que pueda seguir de aquí en adelante judicialmente?

–Sí. Exactamente por eso.

Es que la decisión que el martes había tomado desde Posadas el juez Correccional y de Menores César Raúl Giménez, haciéndole lugar al hábeas corpus a su favor, apenas le ha dado a esta mujer un respiro en su larga lucha contra una persecución judicial que le ha hecho pasar dos de sus últimos diez años tras las rejas.

Ese calvario empezó en 2011, cuando a María la culparon por la muerte de su hija Carolina, de tres años, que había muerto por desnutrición mientras su madre intentaba atravesar el monte, en cercanías de Colonia Mado, cargándola para llegar al hospital. El fallo en contra de María le costó 20 meses de cárcel, hasta que en noviembre de 2012 el Tribunal Penal 1 de Eldorado la absolvió, después de que el caso tomara trascendencia nacional y organismos de derechos humanos alzaran la voz en su defensa.

A principios de 2015, por la denuncia de una maestra de las hijas de María sobre presuntos malos tratos y abandono, la jueza de Familia de Eldorado Margarita Potschka le quitó a Ovando la tenencia de las menores, que quedaron bajo la guarda de su abuela paterna, Euvarta Godoy.

Madre del primer esposo de María, Godoy denunció que una hija y una nieta de su ex nuera le habían contado sobre abusos aparentemente sufridos mientras habían estado al cuidado de Ovando, en Eldorado.

Por la causa iniciada a partir de esa denuncia María Ovando carga todavía la condena a 20 años de prisión que dictó en su contra el 28 de octubre del año pasado el Tribunal Oral Penal N°1 de Eldorado, que la encontró culpable como “cómplice primaria” y “partícipe o facilitadora de corrupción agravada por el vínculo”.

Apenas dictada aquella sentencia, en la sala donde se había celebrado la audiencia, María fue esposada y trasladada a la cárcel sin miramientos, a pesar de que aún quedaban las instancias apelatorias y de que hasta ese momento ella había estado siempre a derecho, presente en cuanta citación le demandaran los juzgados.

Ahora María cuenta que su hijo Roque “lloró mucho cuando ingresé” a la cárcel de  Miguel Lanús, en Posadas, y se aferra a este reencuentro. “Estamos muy contentos”, dice.

Le resulta incomprensible la persecución que padece. “Puede ser porque soy muy humilde. Puede ser por eso también, pero por otro lado no sé qué puede ser”, lamenta.

“No quiero ni acordarme”, contesta cuando se le pregunta sobre su primer marido, padre de nueve de sus trece hijos (dos, fallecidos), un hombre que la sometía a permanentes palizas y maltratos. “Cada tajo que me miro me guardo lo que yo pasé en ese momento”.

Y sobre la madre de ese hombre, la que la acusa como facilitadora de los abusos contra su hija y su nieta, María sólo puede especular: “Ella quiere mi casa de nuevo. Pero yo no le voy a dar mi casa. ¿Adónde le pongo a mi hijo? ¿Adónde le tengo? Ella tiene casa. ¿Qué más quiere? ¿Adónde le pongo a mi hijo? No voy a tenerle por la calle.”

“Quiero irme mañana a ver si me hago los controles de nuevo, porque estoy sin medicaciones. Tengo problemas de diabetes, de la rodilla… También tengo problemas de la columna. Todo eso”, cuenta cuando se le pregunta sobre esta vida en libertad que ha recobrado.

Los cuatro meses en la cárcel fueron duros para su salud, ya deteriorada. Cuando se le pregunta sobre la atención médica reconoce que la prisión no le impidió cuidar una dieta adecuada para su diabetes, pero lo que más recuerda es una vida en la que sólo pensaba en “medicarte de cualquier manera, o empastillarte para no pensar”.

Cuenta que en esa cárcel lo pasó “remal. Sí. Me maltrataba bastante en palabras. En ese lugar no quiero volver más. Porque no quiero ni acordarme, con todos los problemas que tengo… Pasé remal en ese lugar”.

Ese lugar sigue allí, amenazante. Apenas dos días después de que María Ovando recuperó la libertad la fiscal María Laura Álvarez apeló el hábeas corpus en su favor argumentando que su detención “no es ilegal o arbitraria. Es una condenada por un tribunal natural y competente. Los fundamentos de la prisión no fueron arbitrarios o irrazonables. Fue condenada a 20 años por delitos graves», sostuvo.

Y hasta cuestionó el fallo del juez Giménez: “Un juez inferior no puede arrogarse facultades revisoras de sentencia», alegó.

María Ovando no conoce el detalle de esos recursos judiciales y sabe que de eso se ocuparán sus abogados, porque ni siquiera cuando el juez Giménez le devolvió la libertad pudo seguir claramente lo que se estaba resolviendo: “A veces cuando él hablaba se cortaba la llamada. Mucha parte que no entendí mucho”, admite.

Pero sabe que ese lugar al que no quiere volver sigue allí. Una persecución que no ha cesado. Y que le hace difícil dormir. La pesadilla apenas le ha dado una pausa.

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