Nosotros y ellos

Carlos Resio.

Refiriéndose a la represión a les militantes que fueron a dar apoyo a Cristina Fernández, Ricardo López Murphy sentenció: “son ellos o nosotros”. ¿Qué quiso decir el inefable fundador de Republicanos Unidos? ¿Hasta qué punto de concreción llevaría su axioma? No es el único caso ni la primera vez que dirigentes de Juntos por el Cambio proponen la eliminación del adversario político al que, previamente, los medios hegemónicos se encargan de deshumanizar y caracterizar como enemigo público.

Carlos Resio el 31 de agosto de 2022

Cuando Macripropone enviar su lista de personas en un cohete a la luna, cuando Alfredo Leuco pide un país sin kirchneristas, cuando el diputado del PRO Francisco Sánchez pide pena de muerte para Cristina, están pidiendo que la humanidad retroceda y se deshaga de los pocos verdaderos avances que ha logrado desde que bajamos de los árboles: la posibilidad de convivir sin matarnos al dirimir nuestra diferencias de intereses. Y si bien es cierto que frecuentemente en nuestra historia nos extraviamos en la violencia, en Argentina,desde el retorno a la democracia este concepto ha sido un patrimonio que una buena parte de nuestro pueblo atesora y defiende.

Ya dije que no son las primeras ni únicas veces en que miembros y dirigentes de Juntos por el Cambio proponen neutralizar al kirchnerismo eliminándolo y también a cualquier expresión que se interponga en su camino de entrega cipaya y ejecución de negocios de amigos. Pero este momento tiene sus antecedentes desde el nacimiento de la patria. No le tembló la mano a los miembros de la Primera Junta cuando decidió fusilar a Liniers, héroe de la reconquista aunque realista con apoyo popular. Dorrego; los miles de exiliados y muertos unitarios tildados de asquerosos; el padre de LN Alem ahorcado por rosista; los caudillos federales degollados por la nuca por recomendación de Sarmiento que consideraba que no había que ahorrar sangre de gaucho que solo servía de abono; las razias mitristas limpiando de federales díscolos todo el territorio como fue con el Chacho Peñaloza(Le decía Sarmiento en una carta a Mitre después del asesinato del caudillo: “No sé lo que pensarán de la ejecución del Chacho. Yo inspirado por el sentimiento de los hombres pacíficos y honrados aquí he aplaudido la medida, precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se abrían aquietado en seis meses. ‘Murió en guerra de policía’, ésta es la ley y la forma tradición de la ejecución del salteador”).No se detuvo con la muerte de Peñaloza la violencia, la reorganización nacional propuesta por la generación del 80 vino con la política de matones y sicarios que tan bien describió Eduardo Gutiérrez en su novela Juan Moreira, también la persecución de la “chusma radical” y la demonización de Irigoyen a quien la horda demolió las paredes de su casa en busca de tesoros acumulados,le siguió la picana eléctrica invento de Polo Lugones al servicio de la década infame y la que luego la última dictadura utilizó contra su propia hija. El gobierno popular de Juan Perón tuvo como respuesta el criminal bombardeo de plaza de mayo ocultado por la historia y la escuela a la que se sumó la proscripción del peronismo al que se demonizó con mentiras e infamias y la persecución durante décadas a sus militantes. La resistencia peronista y la violencia de los 70s con el estado asesinando al pueblo fueron quizá, visto después del retorno de la democracia, el final del largo ciclo del uso de la violencia como herramienta para eliminar al adversario político. Pero si hay algo que tienen en común todos estos episodios mencionados es que detrás de quienes ejercían la violencia asesina estaba la mano de una minoría privilegiada que casi siempre respondía a intereses imperiales y también esgrimía el ellos o nosotros. La lucha por la soberanía popular es un continuo de batallas casi siempre perdidas pero en un camino con triunfos que demostraron que pueden haber momentos luminosos que inspiren a las siguientes generaciones para creer que una patria liberada es posible. Y hoy, en un momento de debilidad pero no de derrota, volvemos a presenciar el retorno de un lenguaje que va escalando en una espiral de virulencia que nos acerca mucho a los momentos que creímos superados y aumenta el riesgo del regreso de la violencia física.

No son “ellos y nosotros” dos mitades irreconciliables cuando se habla de la población. Civilización o barbarie es un dilema falso hoy y la política es la herramienta para salir de él. Otra vez es la manipulación de las nuevas oligarquía al servicio del dinero propio, de sus mandantes y de intereses geoestratégicos contrarios al interés nacional que se montan sobre los prejuicios construidos durante décadas de paciente trabajo, con la potente complicidad de medios y periodistas cipayos,  para enfrentar a los argentinos entre sí y ponerlos al servicio de su conveniencia y en contra de los intereses populares.

Creo que si comprendemos el proceso en el que intervienen estos factores y logramos identificar a sus actores podremos ver claramente que quienes son beneficiarios de la violencia, el odio entre compatriotas y la eliminación de líderes populares conforman un minúsculo grupo de personeros de las corporaciones financieras globales a los que se les paga con privilegios y con la traidora ilusión de que son parte de la fiesta y no los patovicas que mantienen el orden y deciden quienes pasan y quienes no; a lo sumo les toca una vianda armada con las sobras cuando les invitades se van. Son los mismos de siempre y allí están sus apellidos repetidos desde el fondo de la historia aunque también hay nuevos actores que emergen claramente. Entender esto nos puede ayudar a reconocernos y a incorporar también a quienes por distintas circunstancias personales, y creo que solo por ahora, tienen otra idea de lo que debe significar la vida en comunidad.

Pero el camino para lograr una patria liberada, justa y soberana es arduo e infinitamente largo en tanto utopía. Y es en los momentos de gobiernos populares en los que hay que trabajar para consolidar las transformaciones pero también para que cuando la natural derrota en este sistema democrático nos envíe al llano, quienes sean los que gobiernan sientan también el mismo amor por la patria y la democracia y la misma repugnancia por la violencia que deberíamos sentir todes. No hay lugar en el país que imagino para expresiones ellos o nosotros más que para diferenciarnos de los enemigos de pueblo y de la patria y a los que deberemos mantener a raya con el imperio de las leyes y con más democracia. Para eso es imperioso darnos nuevos espacios de participación. Necesitamos una nueva constitución en la que renovemos un compromiso democrático, soberano, popular y de paz. El actual marco constitucional y sus instituciones deben ser revisados por el pueblo. En su actual formato no son herramientas a su servicio sino de los privilegios y, para sostenerlos, lo que antes se logró con el sable, el  fusil y el puñal de los asesinos hoy se logra con fiscales, jueces y una prensa canalla de los que la historia no recordará ni sus nombres pero que producen daños irreparables.

La oportunidad existe y el premio es enorme si decidimos unirnos, organizarnos y recrear la mística de un sueño común. La figura de Cristina Fernández y la decisión de dirigentes con convicción patriótica, pero también la valía y la voluntad de miles militantes populares,son armas invencibles si están organizados y tras una utopía común. Llegará el tiempo en que los profetas del odio sean vistos por el pueblo como fenómenos de circo, ocuparán el pequeño lugar que se merecen y el “nosotros o ellos” se convertirán en el nosotros, todos. Casi todos.

Carlos Resio

Para analizar, reflexionar y debatir el ideario del Manifiesto Argentino, Carlos Resio, integrante de la Mesa Ejecutiva de la organización que conduce Mempo Giardinelli, comparte propuestas de la agenda pública en su columna semanal de cada miércoles, a las 7,30 en el programa Contala como quieras, en La 99.3

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