Madres de los pañuelos verdes

(Por Mariquita Torres) El histórico debate del proyecto del ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en la Cámara de Diputados de la Nación mantuvo en tensión a millones de argentinos durante las 22 horas que duró la sesión.

Las proyecciones de los votos que podrían emitir finalmente los legisladores estuvo siempre en una paridad tal que nunca superó la diferencia de dos votos, a favor de la legalización en algunos momentos, en contra en otros, con cinco indecisos y una abstención.

En la madrugada del jueves, por varias horas, la diferencia era de 126 por la legalización del aborto a 124 en contra, y faltaba los de los que se manifestaban indecisos, pero alrededor de las 6 de la mañana el conteo se revirtió: se imponían los votos en contra y todavía había votos no definidos.

Igual, la riqueza del debate, la pasión de los y las miles que mantenían la vigilia alrededor del Congreso con temperaturas que llegaron a cero grado, la formidable antesala de dos meses y medio de exposiciones de referentes de los más diversos sectores de la sociedad a favor y en contra, todo ese escenario era más que suficiente para que la expresión que se repetía por esas horas fuera que «sea lo sea es un triunfo de esta lucha que tiene décadas de historia y que se impuso masivamente en los últimos años».

Sin ninguna certeza de lo que reflejaría la pizarra en el recinto de Diputados, cerca de las 10 del jueves el presidente del cuerpo, Emilio Monzó, llamó a votar. Un primer registro dio 131 votos afirmativos y con ese número se imponía a los 123 negativos y la única abstención. Enseguida la cifra se modificó por esas cosas que no se explican pero que convierten a un segundo en horas. El grito que comenzaba a salir de las gargantas se ahogó hasta que finalmente pudo estallar cuando las correcciones no cambiaron el resultado: 129 a favor y 125 en contra y la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo tiene media sanción y ya camina a buscar su ratificación en el Senado.

Los 129 votos que dijeron que sí a la legalización se multiplicó por millones en todo el país. Las calles alrededor del Congreso estallaron en gritos y en lágrimas y en alegrías y en silencios y miradas incrédulas. Nadie lo esperaba. Nadie. Aunque la esperanza no dejaba de latir como esos pañuelos verdes que se convierten en un símbolo que ya trasciende los tiempos.

 

 

 

En Misiones, como en toda la Patria, hubo vigilia y celebraciones en distintas ciudades. En Posadas el lugar de encuentro fue la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. En Iguazú la plaza San Martín. Los pañuelos verdes se multiplicaban como muñequeras, en los cuellos y en los rostros. El símbolo se impone también en la tierra roja.

 

«Somos hijas de los pañuelos blancos y madres de los pañuelos verdes» fue la mejor síntesis del sentimiento que envolvió a quienes tenían las edades de sus hijas ahora cuando aprendieron a caminar de la mano de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y hoy son llevadas de las manos por sus hijas e hijos a vencer prejuicios y romper las ataduras culturales y clericales con las que fueron educadas.

No se votó a favor del aborto, se votó para que las mujeres sean dueña de sus decisiones, para que miles dejen de ser víctimas de la clandestinidad que a muchas lleva a la muerte, para que se imponga de una vez por todas la legislación sobre educación sexual y reproductiva, para que las que quieran abortar por las razones que fueran lo puedan hacer sin miedo y sin estigmatizaciones y las que no quieran abortar por razones de fe y creencias no lo hagan. Se votó para que las mujeres sean un poco más libres. Se votó un derecho y los senadores tienen ahora en sus manos que ese derecho sean definitivamente conquistado.

 

 

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