Hablando de medios, no coincido con Alberto Fernández

(Por Mariquita Torres*) Propongo aquí que se abra un debate que entiendo fundamental. Estoy convencida que de lo que en estas líneas propongo y también cuestiono depende en gran parte nuestro futuro con soberanía política, independencia económica y justicia social.

“El error es pensar que puede una ONG tener una radio y competir con una radio que tiene una capacidad de contratación de locutores, de periodistas, de músicos, infinitamente mayor. Porque entonces nosotros creamos dos radios pero hay una que concentra la atención del público. Eso es el resultado de no advertir que los medios de comunicación son negocios. En la sociedad moderna son un negocio».

“Si yo volviera al gobierno, Télam va a ser Télam, canal 7 va a ser canal 7, Radio Nacional va a ser Radio Nacional con todas sus versiones y va a ser una radio que llegue a todo el país, informa y entretenga. Garantizaré toda la pluralidad que haya que garantizar, pero también quisiera que todo eso no lo pague el Estado. O sea que la programación sea tan buena que se pueda autofinanciar y sea autosustentable. Y que en todo caso que el sostenimiento del Estado sea el mínimo”.

El entrecomillado en bastardillas son expresiones del precandidato a presidente Alberto Fernández en Tiempo Argentino, por cuya candidatura, junto a la de Cristina Fernández de Kirchner, voy a militar fuertemente para derrotar en la urnas a los hacedores de la historia más dolorosa de la Patria y para que el 10 de diciembre de 2019 retomemos el proyecto nacional y popular que nos incluya a todas y todos. (Leer La comunicación es un negocio)

Hoy me permito disentir con Alberto Fernández. Lo hago con profunda preocupación pero con la esperanza de que se abra un debate que clarifique y nos permita aportar desde la experiencia y las convicciones al próximo gobierno de la fórmula FF.

Fuí despedida en abril de 2017 de Radio Nacional Puerto Iguazú junto a otros 25 ex directores de otras tantas emisoras de Radio Nacional Argentina. Hernán Lombardi nos lo dijo con todas las letras en el Senado de la Nación: “se los despide porque fueron funcionarios del kirchnerismo”.

Habíamos ingresado por concurso en tiempo de celebración del objetivo alcanzado de contar con una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) que llegaba para democratizar la palabra después de innumerables debates e intercambios que a lo largo de todo el país fueron dando carnadura a la iniciativa que tenía casi los mismos años que la democracia recuperada en 1983. La LSCA fue aplaudida por todos los pueblos y gobiernos de la región y fue especialmente destacada por la Relatoría de Libertad de Expresión de Naciones Unidas.

La recuperación y fortalecimiento de los medios públicos fue uno de los propósitos de la LSCA, y muy pocos argentinos del país central saben cuánto se logró en ese sentido. Fue una tarea titánica que requirió mucho compromiso, mucha entrega y mucha convicción. Fue una decisión que el Estado nacional refrendó con la inversión más potente que se recuerde en la historia de los medios públicos argentinos. Tanto, tanto, tanto habría para contar de aquella gesta que apenas puedo compartir por aquí una entrevista que me hizo en 2014 para Página 12 el periodista Andrew Graham-Yooll (muy lejos de ser un «periodista militante»). (Leer «Un regreso con voz propia»)


Después del silencio impuesto en los 90, Nacional Iguazú «Horacio Quiroga» recuperó la voz con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual

Quienes me conocen no podrían jamás poner en duda mi militancia y mi compromiso profundo con el proyecto que me sedujo con Néstor y que me enamoró definitivamente con Cristina y que un día me alejó 300 kilómetros de mi lugar en el mundo porque había que recuperar y volver a poner al aire Radio Nacional Puerto Iguazú a la que bautizamos con el nombre del universal Horacio Quiroga.

Hoy Alberto Fernández es el hombre en quien Cristina confía para garantizar la salida de esta tragedia que a millones nos llevó de una digna vida de trabajador/a de clase media a la misma indigencia sin escalas y tantísima destrucción más y mucho más aún. Y si Ella confía yo también confío. Creo en Alberto porque creo en Cristina y pondré todo mi esfuerzo y más para que F-F gobiernen este país a partir del 10/12/19, por mi misma pero fundamentalmente por mis hijos y mis nietos.

Y porque creo y le pongo el cuerpo y el alma al proyecto nacional y popular, creo definitivamente en aquella consigna con la que nos abrazamos desde diciembre de 2015 para sobrevivir esta oscuridad: Vamos a volver y vamos a volver mejores. En consecuencia, no dudo que una de las maneras de volver mejores es diciendo y diciéndonos aquello que nos enorgullece de lo hecho (que fue muchísimo) y lo que queremos hacer en el futuro inmediato (que será durísimo), tanto como decirnos y decir aquello que no estaba bien y de lo que no podíamos hablar en voz alta porque «había que priorizar el proyecto» y decir y decirnos lo que no nos gusta de lo que se diga que se va a hacer sin silenciarnos porque «hay que priorizar la recuperación del proyecto».

Vamos a volver mejores si admitimos que el disenso no es oposición. Vamos a volver mejores si en lugar de censurarnos o autocensurarnos nos permitimos debatir y compartir nuestras diferencias hasta alcanzar la síntesis que nos allane el camino de la reconstrucción.

No coincido con Alberto Fernández en su concepción sobre la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, de la que solo se derogaron el 11 de diciembre de 2015 aquellos artículos que promovían la desmonopoliación de los medios audiovisuales, lo que dice todo acerca de lo que pretendían los monopolíos que la combatieron haciendo “periodismo de guerra”. El resto de la más democrática de las leyes solo fue dejado a un lado.

No coincido con Alberto Fernández en su concepción de los medios públicos. Fueron los medios públicos los que intentaron equilibrar la balanza del lado de los sin voz, del lado de los postergados, del lado del proyecto de inclusión y desarrollo que lideraron Néstor y Cristina.

Sin los medios públicos y sin aquellos que fueron gestionados por cooperativas, por pueblos originarios, por escuelas, universidades y pequeños y medianos radiofusores, el 22 de noviembre de 2015 el neoliberalismo no se hubiese impuesto por apenas un punto y medio porcentual.

No tengo dudas que lo que en el siglo XX fueron los golpes de estado orquestados por las minorías para someter a los pueblos, en estos tiempos son las corporaciones mediáticas puestas al servicio de esas mismas minorías para aquellos mismos saqueadores propósitos.

Los procesos de destrucción del gran proyecto de la Patria Grande que habíamos logrado recuperar y que no pudimos fortalecer tuvieron como arma letal a esas corporaciones mediáticas de las que tanto pudimos saber en la Argentina gracias a los medios públicos y a la LSCA.

La comunicación/información no es un negocio, es un derecho humano fundamental y como tal el Estado tiene la obligación de garatizar su democratización.

No soy la única, el debate está abierto: Alberto Fernández abrió el debate por el rol de los medios. Que no se corte.

*Periodista. Ex directora de Radio Nacional Puerto Iguazú

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