El mismo odio, la misma furia

Los columnistas de Clarín y La Nación están en el precipicio: a falta de argumentos para sostener el desastre político y económico que afronta el gobierno no encuentran nada mejor que reiterar fórmulas.
Semanas atrás vimos la decisión compacta y casi unánime de “bestializar” a los adversarios: tiburón, salvajismo, garras, palabritas así arrimadas al peronismo, incluso al peronismo “bueno” que los operadores oficialistas habían encontrado en Pichetto, Urtubey, Bossio y otros.
Este domingo se reitera la fórmula, junto a la táctica de presentar a todo el peronismo como al servicio de Cristina Kirchner, con la única finalidad de espantar a los fóbicos. Tanto así que Morales Solá titula su nota “Una victoria de Cristina Kirchner”.
En fin, su tesis es que todos son una porquería. Cristina porque “es Cristina”; Massa porque solo piensa en las encuestas. Y el resto, ante el proyecto de tarifas, “se dejó llevar por esa sublevación demagógica”.
Luego enlista a los legisladores de provincias que votaron contra el tarifazo cuando sus gobernadores decían lo inverso. Todo lo cual lo lleva a decir que el peronismo es “anarquía”, “caos”.
Pero no solo los peronistas son una maldición: “Las crisis las incuban no solo las conspiraciones sino también la frivolidad”. ¿Quiénes son los frívolos? Algunos radicales que en medio de este desastre andan peleando posiciones para 2019. Son “sonámbulos políticos”.
Obvio, nada peor que el peronismo, justo cuando se viene lo del plan del FMI, sobre lo cual dice que si Pichetto no logra un resultado diferente al de las tarifas “el peronismo habrá dejado constancia de que se convierte en un animal político depredador cuando cree que el poder está a la vuelta de una esquina incierta”.
Casi idéntico lo de Van der Kooy en Clarín: “El peronismo huele sangre”. Este columnista independiente dice que Macri “piensa únicamente en la gobernabilidad”, mientras la “ecuación peronista es exactamente al revés”, o sea caos, anarquía, la bestia que “olió sangre” y tiene “ese instinto animal que siempre lo aglutina”. Y otra casual coincidencia con La Nación: Pichetto, dice, quedó “casi como furgón de cola de Cristina”.
La “bestialización” del adversario ya había habitado otros “análisis”. “Tiburón” es la palabreja que usó González, de Clarín, el jueves, y con otra muy inquietante figura, porque dice que al peronismo “se le despertaron las células dormidas del 2001″. ¡¡Células dormidas!! ¡¡Sublevados!! Estamos a un paso del lenguaje dictatorial sobre la “subversión” (y es que, pensándolo bien, la que se defiende en esas páginas es, en su tronco, la misma élite).
Otra periodista independiente de La Nación, Di Marco, en una nota sobre Bossio, también pone en juego la figura de los tiburones, y ofrece como contraste a los delfines. Mismo diario, Sirvén, ataca a los actores que convocaron al acto del 25 de mayo, con tanto odio que dice que repiten cosas “como loritos”.
En el medio quedó la grosera maniobra del comité PRO de Comodoro Py para ganar títulos con el tema Nisman.
Y queda también que, el viernes, Bonelli recuerda en Clarín que el FMI quiere dólar libre, apertura absoluta de importaciones, caída de derechos laborales y mejorar la timba financiera: en vez de las Lebacs, bonos a un año de rendimiento sin igual.

¿Se ha formado una pareja?

Y un acto de malicia de Bonelli y su diario: Dice que Lagarde ayuda a Macri porque: “La jefa del FMI tiene una especie de fascinación personal por el Presidente y no solo por su posición política”. Ajá. ¿Qué dirá Awada, si es que le importa? ¿Sentirá bronca o alivio? En fin, que Macri tenga la relación que quiera con quien quiera, ¿a quién puede importarle? Lo que sí importa es por qué Bonelli/Clarín cometen este acto. ¿Lo estarán amenazando por algo o nos quieren llevar a que hablemos de esto?

Y volvemos al zoológico (31/5)

El peronismo «olió sangre», y por eso aprobó la ley contra el tarifazo. Es como un «tiburón», «olió sangre», y quiere desplazar a Macri, tipeó uno de los editores de Clarín, de apellido González. Al peronismo «se le despertaron las células dormidas del 2001», cuando se desató la hecatombe. «Pero Macri no es De la Rúa».
Fíjense: parece que al 2001 se llegó por una suma de desatinos políticos, un presidente incapaz y una oposición con ferocidad de animal salvaje.
Ni una línea, ni una mitad de línea, al modelo económico que por diez años permitió el robo sistematizado de la riqueza argentina y su transferencia al exterior, igualito que lo hace ahora la pandilla que sirve a la carroña financiera nacional y, sobre todo, a la internacional.

Semana a semana el periodista y escritor Hugo Muleiro repasa con detenimiento las columnas de opinión y análisis de los principales medios gráficos de mayor alcance nacional en tanto hegemónicos.

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